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Para orar, guías que puedes imprimir {gratis}

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Hoy es viernes, y un día un poco complicado para mí, con varias cosas en la agenda. Así que este artículo será ligero… aunque quizá, si lo miramos de otro ángulo, no lo sea. Pero esa decisión la dejo en tus manos.

El miércolescompartí contigo algunos recursos que puedes encontrar gratis en este blog para estudiar, por tu cuenta o con un grupo. También tienes los enlaces a los libros que acompañan dichos estudios por si te interesa adquirirlos.

Hoy quiero presentarte más recursos gratis. En este caso se trata de guías para orar por tu esposo, tus hijos, promesas para orar ante diversas situaciones y una guía de oración usando como base el “Sermón del monte”. La idea con estas guías es precisamente eso, una guía, algo que puedes usar como ayuda. No hay magia en las palabras, no es algo que tengas que repetir textualmente, solo una ayuda y un punto de partida. Mi deseo es que Dios los use en nuestras vidas a medida que nos paramos en la brecha como guerreras por nuestras familias y por el mundo que nos rodea.{Para imprimir las guías o descargarlas, haz clic en los enlaces correspondientes.}

Para orar por tu esposo, esta guía escrita originalmente por Renee Swope.

Para orar por tus hijos, este lindo documento original de Keeping it Personal, y que tenemos por cortesía de El viaje de una mujer.

Promesas para orar y declarar ante diferentes situaciones de la vida, una compilación que hice para este blog.

Orar con el Sermón del Monte, publicada originalmente en este artículo.

Con esto me despido de ti por esta semana, no sin antes invitarte a participar de la nueva serie para el mes de julio: “Mujer sabia”, basada en el libro de Proverbios. Así que si todavía no lo has hecho, suscríbete a esta página para que puedas recibir en tu correo todos los artículos de la misma.

Muchas bendiciones en tu fin de semana, descansa y disfruta los momentos que te regala tu Padre celestial.

Wendy 
  


La mujer… sabia

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El propósito de los proverbios es enseñar sabiduría y disciplina, y ayudar a las personas a comprender la inteligencia de los sabios.
Proverbios 1:2
 
Esta serie basada en el libro de Proverbios lleva por título “La mujer sabia” y aprenderemos principios para vivir como Dios lo diseñó. Pero primero que todos necesitamos comenzar por definir algunas cosas.

Creo que nos ayudará mucho entender que sabiduría e inteligencia son muy diferentes. Y mi fiel amiga, la Real Academia de la Lengua Española, nos ayuda con esto.

inteligencia.
(Del lat. intelligentĭa).
1. f. Capacidad de entender o comprender.
2. f. Capacidad de resolver problemas.
3. f. Conocimiento, comprensión, acto de entender.

sabiduría.
1. f. Grado más alto del conocimiento.
2. f. Conducta prudente en la vida o en los negocios.

Vuelve a leer el versículo con que comencé este artículo. ¿Maravilloso verdad?

De manera que se puede ser muy inteligente, con gran capacidad para entender o comprender, pero la sabiduría va más allá de la capacidad, está presente en nuestro actuar. Nuestro mundo está lleno de mujeres inteligentes, pero lamentablemente tenemos una escasez de mujeres sabias. Por esto esta serie, y estoy  segura de que si estás leyéndola es porque quieres pertenecer a ese segundo grupo, y yo también.

Entonces, ¿qué cosa es actuar con sabiduría para una hija de Dios?  El propio libro de Proverbios nos ayuda a determinarlo:

“El temor del Señor es la base de la sabiduría.
 Conocer al Santo da por resultado el buen juicio.  
(Proverbios 9:10).

Ahora bien, déjame decirte que esa palabra temor no es lo que quizá estés pensando. No se trata de un miedo como el que le tenemos a las cucarachas o el que puedas sentir ante el diagnóstico de una enfermedad o una mala noticia que te deja paralizada, aunque sea momentáneamente y te vira el estómago al revés. Esta palabra “temor” en el original indica más bien respeto, reverencia, piedad reverenciada.

Todo comienza por ahí. La mujer sabia es aquella que muestra respeto y reverencia a Dios.  

Lo primero es entender que Dios es Dios, soberano y creador de la vida y de todo. Ese título solamente le acredita reverencia. Pero además para mostrar a Dios respeto y reverencia tenemos que saber cuáles son los principios que él establece, qué es lo que Dios ama, cómo espera Dios que yo viva. Y luego actuar consecuentemente.  Ahí está la base de la sabiduría. Y si te fijas, la segunda parte de este versículo nos dice que al conocer al Santo tendremos buen juicio.

Quizá estés pensando que muchas veces no has actuado con sabiduría e incluso quizá digas “no soy una mujer sabia”. Déjame animarte con algo que viene de parte del mismo Dios: “Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla” (Santiago 1:5). Ese es el paso inicial. Tenemos que pedirle a Dios que nos dé sabiduría. Él promete que nos la dará si lo hacemos. Pero también tenemos que estar dispuestas a obedecer lo que Dios nos dice porque cuando conocemos al Santo, y le mostramos respeto y reverencia, actuaremos con buen juicio.

Con este estudio de Proverbios vamos a explorar los diferentes rasgos que caracterizan a esa mujer sabia porque “la mujer que teme al Señor será sumamente alabada” (31:30).  Veremos cómo maneja su hogar, cómo se relaciona con su familia y sus amistades, cómo se viste, cómo organiza sus finanzas, etc.

Hoy, para terminar, te voy a dejar como tarea buscar estos versículos en tu Biblia, marcarlos y quizá ten animes a memorizar algunos. Todos giran alrededor de la definición de sabiduría a la luz de la Palabra de Dios.

Pr 1:7
Pr 2:6
Pr. 2:12
Pr 3:13
Pr 3:15
Pr. 4:7
Pr 9:10-12
Pr. 15:33(a)
Pr 16:16
Pr 19:8
Pr 24:3
Pr 31:30

Te espero el miércoles con el segundo tema de la serie.

¡Vivamos la semana como Dios lo diseñó!

Wendy   


La mujer sabia... edifica su casa

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La mujer sabia edifica su hogar,  pero la necia con sus propias manos lo destruye. 
Proverbios 14:1

Este es uno de esos proverbios que aprendemos de memoria. Y si creciste en la iglesia más porque en muchas reuniones de mujeres se cita, se usa como lema, etc. Pero si no es tu caso y no lo conoces, este es un buen proverbio para memorizar.

Empecemos por definir cosas. Aunque la palabra hebrea que aquí se usa [banah] también significa construir en el sentido literal, tiene una acepción menos tangible: hacer que perdure, hecho permanente. ¿Lindo verdad? La mujer sabia hace que su hogar perdure, que sea permanente.

¿Y cómo logramos esto? De muchas maneras pero el secreto de un hogar que perdura está en poner a Dios como cimiento.

No sé si sabes algo de construcción. Yo no, pero sí he visto construir algunos edificios y casas. Aquí en la ciudad donde vivo el terreno es muy blando de manera que para construir tienen que cavar profundo  y luego echar mucho concreto para tener un cimiento sólido, lo suficientemente fuerte como para soportar el edificio que vendrá encima y no hundirse por lo blando del terreno.

Así mismo sucede con nuestros hogares, en el sentido de familia. Mira lo que dice este Salmo, que seguro también has escuchado antes:

Si el Señor no edifica la casa, 
en vano se esfuerzan los albañiles. 
Salmos 127:1

Es evidente que Dios no viene a construir nuestras casas en un sentido literal {¡aunque pudiera hacerlo y no me quedan dudas de que tendríamos la mejor casa del vecindario!} Pero aquí la idea es la misma que en Proverbios 14:1. De hecho se utiliza la misma palabra. ¿Cómo se traduce eso en la práctica? Si Dios no es el cimiento de nuestro hogar, de nada vale todo el esfuerzo que pongamos.

La mujer sabia busca poner a Dios como cimiento porque sabe que así su casa estará sobre una base firme y aunque vengan tormentas, ella sabe que el hogar resistirá. ¿Qué puedes hacer?

Primero que nada necesitas tener una relación con Dios, conocerlo como Señor y Salvador de tu vida. Si ya tienes esa relación, entonces pídele a Dios que te muestre si realmente él es el centro de tu casa o no. Muchas veces decimos que sí pero vivimos de manera que indica lo contrario.

Cultiva tu relación con Dios. La mujer sabia prioriza esta relación porque entiende que sobre la base de esta se edificarán todas las demás.  ¿Cómo se cultiva una relación con Dios? Mediante la oración y el estudio de la Palabra. En este video que compartí hace un tiempo encontrarás algunas ideas para estudiar la Biblia que me han ayudado a lo largo de los años. Y en este artículo publicado hace poco compartí diferentes guías para orar.

Sé que como mujeres tenemos vidas complicadas, con montones de responsabilidades. Pero “la mujer sabia edifica su casa”. Y ya sabemos que ese edificar implica poner a Dios como centro y base.

Lo segundo que necesitamos es dar prioridad a nuestro hogar. Aunque la economía familiar ha llevado a una gran cantidad de mujeres a trabajar fuera de casa, no podemos olvidar que Dios nos llama a cuidar de nuestro hogar y atenderlo bien. Para tener un hogar que perdure necesitamos invertirnos en él y trabajar de manera esforzada. En otros artículos de la serie vamos a hablar un poco de cosas que podemos hacer con este fin. Pero por hoy quiero que te lleves esto, no importa cuán exitosa sea tu carrera profesional, tu primer lugar de triunfo tiene que ser tu hogar.

Como tarea quiero dejarte algo sencillo pero súper importante: Sé sincera contigo misma y analiza si realmente estás edificando tu hogar o destruyéndolo al no cuidar tu relación con Dios o no darle la prioridad que tiene. Pídele a Dios que te lo muestre. Anota en un diario tus respuestas a todo esto, lo que entiendas que Dios te dice y qué puedes hacer para cambiarlo.

¡Adelante hija de Dios, vas por buen camino si estás buscando ser una mujer sabia!

Bendiciones,

Wendy  

Recursos recomendados: Estos dos libros son excelentes para edificar tu hogar.  



La mujer sabia es una bendición para su esposo

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“Pues si no sirve, ¡bótalo! Cuando los maridos no sirven, ¡se botan!”, esa frase fue parte de una conversación que escuché mientras recorría el pasillo del supermercado. Y me dejó pensando.

En realidad, eso es lo que el mundo de hoy nos enseña a toda hora en revistas, película, televisión y  hasta las noticias. Y aunque en esta conversación apretantemente “el malo” era el esposo, hoy yo quiero hablar de nosotras, de las esposas que queremos de manera sabia construir un hogar.

En el orden que Dios ha establecido la primera relación humana a la cual tú y yo debemos dar prioridad es a la que tenemos con nuestros esposos. No le demos más vueltas al asunto, así es. De manera que, una vez que hemos entendido que esa relación ocupa ese lugar, tenemos que buscar maneras de cuidarla. ¿Cómo podemos ser una bendición para nuestros esposos? Proverbios 18:22 nos da un buen consejo si leemos entre líneas:

Es mejor vivir solo en el desierto
que con una esposa que se queja y busca pleitos.

Punto número uno: dejemos de ser mujeres quejosas. Si no trabajas fuera de casa, ten cuidado de no convertir la hora en que tu esposo llega del trabajo en un recital de quejas: de los niños, del trabajo de la casa, del cansancio, etc. Y si trabajas fuera de casa, lo mismo. Después de estar separados por más de ocho horas, ese encuentro en la tarde debe ser algo que tu esposo anhele y no algo a lo que tema o le huya. ¿Quiere decir que si hay problemas no los van a tratar? ¡Claro que no! Pero es muy diferente conversar un problema a presentar un repertorio de quejas. Y de paso aprovecho para sugerirte que trates siempre de estar linda para él. Recuerda que nuestros esposos trabajan en lugares donde sus compañeras de trabajo tienen que estar bien arregladas. ¿Por qué al llegar a casa nos van a encontrar despeinadas y descuidadas?  

Punto número dos de este proverbio: no seamos mujeres busca pleitos. El Señor Jesús nos enseñó en el Sermón del Monte que los que buscan la paz son bendecidos. Busquemos la paz en nuestro hogar. Muchas veces las mujeres “armamos” un pleito por cualquier tontería. La mujer sabia busca la paz y escoge cómo enfrentar las diferencias sin que se conviertan en una pelea. En un hogar donde prevalecen las luchas y pleitos el enemigo gana ventaja.

El otro pasaje de Proverbios que nos aconseja es conocido pero no siempre obedecido:
Su marido puede confiar en ella,
y ella le enriquecerá en gran manera la vida.
Esa mujer le hace bien y no mal,
todos los días de su vida.
 Proverbios 31:11-12

La mujer sabia se gana la confianza de su esposo. Y de este tema no voy a escribir mucho sino que te comparto este videodonde lo trato más a fondo.

Te pregunto algo, ¿estás enriqueciendo la vida de tu esposo o la estás destruyendo? Si queremos ser una bendición para ellos tenemos que buscar maneras de enriquecer su vida: amándoles, orando por ellos, animándoles, apoyándoles. Algo que ha sido regla para mí: no hables mal de tu esposo CON NADIE.  Ahora este hombre es parte de tu propio ser y es un hijo de Dios. Sé una bendición para él con tus palabras en privado y en público. Muéstrale respeto. A eso nos llama Dios. La mujer sabia siempre le hace bien a su esposo.

Y por último, para hacerle bien, ama a tu esposo en su lenguaje. Este es un tema para un estudio completo pero no puedo pasarlo por alto. Dios nos hizo muy diferentes a hombres y mujeres. ¡Pero en eso también está la belleza del matrimonio! Busca conocer cómo tu esposo se siente amado y demuéstraselo. La mayoría de los hombres comparten un idioma del amor (aunque tengan un segundo) y es el toque físico. No lo debatas conmigo, ¡Dios los hizo así! :-)  Seamos bendición para ellos en este aspecto también. Recordemos que ya no somos dueñas de nosotras, ahora les pertenecemos a ellos. En este artículo, algunas ideas. (Y al final algunos recursos que te pueden ayudar.)

Estos argumentos que te presento son muy criticados por la cultura actual, pero la verdad es que si queremos vivir como Dios lo diseñó, tenemos que seguir su plan. ¿Y sabes algo? Cuando lo hacemos experimentamos una plenitud de vida que nada ni nadie más nos puede dar. La mujer que busca ser sabia decide ser una bendición para su esposo y al hacerlo, ella misma es feliz. Te desafío a probarlo. Durante toda esta semana busca oportunidades para ser bendición. No esperes nada a cambio. Solo hazlo. ¡Verás los resultados! 

Bendiciones,

Wendy    
Los cinco lenguajes del amor
Música entre las sábanas
El poder de la esposa que ora








La mujer sabia instruye

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Hoy es el cuarto artículo de la serie “Mujer sabia” y antes de seguir escribiendo quiero darte las gracias a ti, lectora de este blog, por tantos comentarios y/o correos lindos y alentadores. ¡Eso me llena de alegría! Le doy toda la gloria a Dios por poder llegar hasta ti con palabras y mediante la Internet.

Bueno, la mujer sabia… instruye. Sea que nos guste ser maestras o no, la verdad es que las mujeres tenemos este rol de una manera u otra. Si somos madres, pues sin dudas, y hasta podemos alcanzar un doctorado en la universidad de la vida con nuestros hijos. Y si no eres mamá, de todos modos tienes la oportunidad porque o tienes sobrinos, o hijos de amigas o una generación más joven que viene detrás de ti y a quien puedes servir de modelo e instrucción.

¿Sabes que instruir es más que simplemente impartir conocimiento? Analiza la definición de la RAE:
instruir.

(Del lat. instruĕre).
1. tr. Enseñar, doctrinar.
2. tr. Comunicar sistemáticamente ideas, conocimientos o doctrinas.

Lo que más llama mi atención de toda la definición es la palabra sistemáticamente.Cuando instruimos tenemos que estas conscientes de que es algo de todos los días, sistemático. No podemos cansarnos de hacerlo.

Proverbios 22:6 es un pasaje conocido y una promesa a la que muchas veces nos aferramos:

Instruye al niño en el camino correcto,
y aun en su vejez no lo abandonará.

Me puse a buscar el significado original de la palabra traducida al español como instruyey esto fue lo que encontré.

Chanak: entrenar, dedicar, iniciar, educar para consagrar o dedicar.

¡Qué tremendo! Instruimos para consagrar o dedicar. Si ponemos eso en el contexto de nuestro rol de instructoras, estamos instruyendo a nuestros hijos, sobrinos, etc., para consagrarlos a vivir para Dios, a vivir como Dios enseña, para que Dios cumpla su propósito en sus vidas. ¡Gran responsabilidad!

Ya que instruir es algo sistemático tenemos que buscar oportunidades para hacerlo. No siempre será sentarnos y enseñar con la Biblia en la mano. En muchas ocasiones lo haremos mientras manejamos, cuando estamos en una tienda, en la casa durante la cena, etc. Recuerda que instruir es más que simplemente dar datos. Y, ¿sabes?, es algo progresivo que acumula resultados. Mira lo que dice este otro proverbio:

Instruye al sabio, y se hará más sabio;
enseña al justo, y aumentará su saber.
Proverbios 22:9

Nunca se acaba. Siempre hay oportunidades de enseñar más. Todas las experiencias que hemos vivido nos sirven para compartir con otros lo que hemos aprendido. Tu historia puede beneficiar a alguien, desde tus hijos hasta un vecino. En este video puedes aprender qué hacer con tu historia.

El conocido pasaje de Proverbios 31, el de la esposa virtuosa, comienza con esta frase:

Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó. (NVI)
Los dichos del rey Lemuel contienen el siguiente mensaje, que le enseñó su madre. (NTV)

Así que tal vez nunca lo habías pensando pero esta lista de virtudes fueron los consejos con los que una madre instruyó a su hijo. No creo que sea algo que ella hiciera en un solo día, sino que mientras su hijo crecía, ella le enseñaba qué características buscar en una esposa virtuosa, es decir, enseñanza sistemática. Y precisamente entre esas características, esta madre sabia incluyo la siguiente:

Cuando habla, lo hace con sabiduría; 
 cuando instruye, lo hace con amor. (v.26)

Eso es justamente lo último que quiero compartir contigo acerca de instruir. La mujer sabia instruye con amor. Sé perfectamente lo que se siente cuando enseñamos algo a nuestros hijos y luego hacen justamente lo contrario. Sé la frustración de no lograr que aprendan de la experiencia que les contamos o que vivieron, y repitan el error. Pero también sé que las palabras duras, las críticas y las correcciones hechas con ira no consiguen nada bueno. Seamos mujeres sabias e instruyamos con amor. Si estamos enojadas, esperemos para enseñar. Busquemos oportunidades idóneas. La instrucción en medio de una discusión consigue muy poco, o nada.

Mujer, tenemos la responsabilidad de instruir. De hecho Dios, por medio de Pablo, nos exhorta a que lo hagamos también con las mujeres más jóvenes (léelo en Tito 2). Pero hagámoslo con sabiduría; con sistematicidad, sin cansarnos; y por sobre todas las cosas, con amor.

Te desafío a que en esta semana estés atenta a las oportunidades no formales de instruir. Quizá mientras juegas con tus hijos o si son mayores cuando te comenten algo o luego de escucharles conversar con sus amigos. A lo mejor al terminar de ver una película. Sé creativa y pídele a Dios que te ayude a serlo si crees que no sabes cómo {Aquí puedes encontrar algunas ideas.}. Escoge ser una mujer sabia que instruye. 

Vivamos la vida como Dios la diseñó,

 Wendy


La mujer sabia y sus palabras

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Si hacemos una exploración rápida del libro de Proverbios, descubriremos que un gran por ciento de este se enfoca en nuestro hablar, en nuestras palabras, en la lengua. De hecho la palabra lengua aparece 20 veces en los 31 capítulos del libro (usando la NVI). Por lo tanto es fácil concluir que Dios quiere que prestemos atención al tema de cómo hablamos y el uso que damos a las palabras.  

Hoy nos enfocaremos en la mujer sabia y sus palabras. ¿Lista? Te invito a buscar tu Biblia, un cuaderno y algo con qué escribir. O si prefieres la tecnología, ¡adelante!

Entre los tantos versículos que podemos memorizar, escogí este, aunque haremos referencia a muchos otros:

El sabio de corazón habla con prudencia,
y a sus labios añade sabiduría. 
Proverbios16:23 (RVC)

La mujer sabia mide sus palabras
Mucho se ha dicho sobre si las mujeres decimos más palabras que los hombres al día, y las estadísticas van desde el doble hasta tres veces más, pero no acaban de ponerse de acuerdo. En base a las mujeres que conozco, incluyéndome yo, coincido en que sí, normalmente hablamos más. Pero la mujer sabia mide sus palabras, es decir, sabe cuándo hablar y cuándo no. Mira lo que dice este proverbio:

El que mucho habla, mucho yerra; 
el que es sabio refrena su lengua. (10:19)

Te confieso que no siempre he sido sabia en este aspecto. Más veces de las que quisiera recordar o admitir he hablado de más. Como dice Santiago, este pequeño músculo al que llamamos lengua tiene poderes demasiado grandes, tenemos que controlarlo (Santiago 3). Al hacerlo nos ahorraremos muchísimos problemas. (Proverbios 21:23)

En otras ocasiones, sin embargo, nuestras palabras son necesarias. Debemos estar atentas a la oportunidad y pedirle a Dios que nos enseñe a hablar a tiempo.

Manzana de oro con adornos de plata:
¡eso es la palabra dicha cuando conviene!
(Pr. 25:11, RVC)

Otros pasajes relacionados: Pr 16:23; 21:23; 17:27-28

La mujer sabia escoge sus palabras
No siempre podemos decir todo lo que pensamos. Nuestros pensamientos son demasiado rápidos y por eso antes de pronunciar palabra tenemos que meditar.

El corazón del justo piensa bien antes de hablar 
(15:28, NTV)

Lo mejor es entrenarnos para que llegado el momento sepamos qué hacer. Algo que me ayuda es hacerme estas preguntas: ¿Mis palabras son necesarias? ¿Van a beneficiar o perjudicar? ¿Cambiaría algo si no hablo? ¿Lo puedo decir de manera que no hiera? 

Oros pasajes: Pr. 21:29

Y esto nos lleva al último aspecto:

La mujer sabia da vida con sus  palabras

En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto. 
(Pr 18:21)

Mucho he hablado en este blog del tema porque, como mujer al fin, en mi vida abundan las palabras, pero no siempre son palabras de vida. Sin embargo, el Señor Jesús nos enseña que tendremos que dar cuenta de nuestras palabras y por tanto es necesario ser sabias y aprender a pronunciar palabras de vida.

Nuestras palabras pueden…

Edificar o destruir (Pr 11:11; 13:2a)
Animar o desanimar  (Pr 10:32; 12:25; 25:15b)
Herir o sanar (Pr 12:18; 15:4)
Traer paz o incitar el conflicto (Pr 15:1)

De manera que la mujer sabia mide sus palabras, las escoge y da vida con ellas. Si te diste cuenta, todo está bajo nuestro control. Dios nos ha dado esta capacidad. Yo lucho y estoy casi segura de que no soy la única. Por eso hoy para terminar quiero compartir contigo esta oración que sale de mi corazón y te invito a hacerla tuya;

Señor, perdóname. Tantas y tantas veces no he medido mis palabras, no las he escogido y tampoco he dado vida con ellas. Sé que pudiendo edificar, he destruido; que en lugar de dar ánimo he desanimado o herido. Sé que en ocasiones mis palabras han incitado el conflicto. Perdóname. Quiero ser una mujer sabia que con sus palabras produzca vida. Que use mi lengua para edificar, para animar, para sanar y para traer la paz. ¡Dame sabiduría, Dios! ¡La necesito tanto! Ayúdame a tener dominio propio, Espíritu Santo. Que mis palabras sean de bendición y que sepa morderme la lengua para refrenarlas. Líbrame de hablar cuando no sea necesario y dame valentía para hacerlo cuando sea oportuno. Te alabo porque tú nos das palabras de vida, y nos regalas tu Palabra viva para cambiar nuestras mentes y corazones. ¡Gracias! En el nombre de Jesús, amén. 

Bendiciones en tu día, 

Wendy

 Otros artículos relacionados: 

Recursos útiles: Un libro de Sharon Jaynes, El Poder de tus palabras, que te muestra cómo tus palabras pueden cambiar un día...o toda una vida. Y otro de Lysa TerKeurst, Más que apariencias, que trata varios temas, incluyendo este.

  

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La mujer sabia escoge sus amigas {y es una amiga excelente}

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Hemos tenido varias veces conversaciones semejantes, sobre el mismo tema, las amigas. Ella solo tiene 10 años pero ya ha experimentado esos pequeños dolores que nos hacen crecer: una amiga que en realidad no lo era, una que se burló, otra que hizo un comentario hiriente… Dios nos hizo para vivir en comunidad pero no siempre es fácil.
 
La mayoría de las mujeres disfrutamos tener amigas, nos gusta compartir con ellas, hacer cosas divertidas juntas, las necesitamos. Sin embargo, como le dije a esta personita de 10 años, tenemos que aprender a ser sabias a la hora de escoger nuestras amigas. Y una vez más, el libro de Proverbios nos va a ayudar.

Lo primero, si quieres tener buenas amigas, sé tú una amiga excelente.  Y aquí te comparto este enlace a un artículo que publiqué antes y que lleva por título Siete consejos {proverbiales} para ser mejores amigas. No dejes de leerlo y toma notas para ti y para compartir con otras.

Lo segundo, escoge bien. Muchas veces nos apresuramos a concederle el título de “amiga” a una compañera de escuela o de trabajo a quien conocemos solo en ese contexto. Tener amigos verdaderos toma tiempo, años. Las amistades reales se forjan al vivir experiencias, pasar juntos momentos buenos y sobre todo malos, tener altas y bajas.

Una hija de Dios necesita entender esta verdad: puedes tener muchas amistades pero tus amigas del alma tienen que ser hijas de tu mismo Padre. ¿Por qué soy tan categórica? Porque 2 Corintios 6:14-15 aplica a todo, no solo al matrimonio. ¿Estoy diciendo que no puedes tener amistades que no sean cristianas? ¡Claro que no! Pero una amiga, alguien a quien puedas ir a contarle tus luchas, dudas, problemas, tiene que ser alguien que pueda darte un consejo de la Palabra de Dios, que pueda orar contigo, que te anime cuando tu fe flaquee, que te inspire a vivir la vida como Dios la diseñó. ¿Me entiendes? Tenemos un llamado a ganar almas pero eso es una cosa y otra muy diferente nuestras relaciones más íntimas. Mira el modelo de Jesús y entenderás lo que digo.

¿Quiero eso decir que tus amigas cristianas serán perfectas? ¡Claro que no! Tú y yo tampoco lo somos.  Tendremos muchas oportunidades para crecer, para mostrarnos unas a otras amor y perdón y juntas aprender a ser mujeres sabias, conformes al corazón de Dios.
Algunos pasajes sobre escoger los amigos:

Hay quienes parecen amigos pero se destruyen unos a otros; el amigo verdadero se mantiene más leal que un hermano. (Pr 18:24, NTV)

No te hagas amigo de la gente irritable, ni te juntes con los que pierden los estribos con facilidad. (Pr. 22:24, NTV)

Como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila con su amigo. (Pr 27:17, NTV)

Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades.(Pr 13:20, NTV)

Sé que quizá estás leyendo esto y te sientes sola, quizá anhelas una amiga así. ¿Sabes qué? Pídesela a Dios. Él es tu Padre celestial que sabe todo lo que necesitas y te dice que puedes pedirle cualquier cosa. Y claro, haz tu parte. Busca acercarte a las hermanas de tu congregación y estoy segura de que poco a poco irás descubriendo que sí es posible tener una buena amiga.

Así que la mujer sabia decide ser una amiga excelente y sabe escoger sus amigas. ¡Seamos como ella!

Bendiciones en tu fin de semana, 

 Wendy

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La mujer sabia escucha

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Santiago ha pasado a la historia como el apóstol que escribió sobre la lengua, ¿verdad? Pero resulta que la comunicación consta de dos partes, hablar y escuchar. La primera mucho más fácil que la segunda. Santiago lo entendió bien: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar…” (1:19). Si queremos ser mujeres sabias tenemos que ser maestras en el arte de escuchar.

Existe una diferencia básica entre oír y escuchar.

oír.
(Del lat. audīre).
1. tr. Percibir con el oído los sonidos.

escuchar.
(Del lat. vulg. ascultāre, lat. auscultāre).
1. tr. Prestar atención a lo que se oye.

Muchas veces oímos  (percibimos los sonidos) pero no escuchamos (no prestamos atención).  ¿Estás de acuerdo? Yo sé que es verdad y me pasa. Quiero que la gente me escuche, pero en múltiples ocasiones solo oigo a los demás. Si queremos que nos escuchen, tenemos que aprender a escuchar, y esto incluye a nuestros hijos pequeños.

¿Qué ganamos con escuchar? Es aquí donde el libro de Proverbios nos va a ayudar a ser sabias.

En el capítulo uno, donde se nos hace una pequeña introducción, dice así: “Que el sabio escuche estos proverbios y se haga aún más sabio”. Escuchar lo que la Palabra nos enseña nos hará más sabias. Es una especie de círculo, el sabio entiende que escuchar le hace más sabio todavía.

La mujer sabia escucha los consejos. Quiero partir del hecho de que hemos escogido consejeras o consejeros buenos. No hacemos nada con pedir consejo si no los vamos a escuchar, si no les vamos a prestar atención. “Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo” (13:18, RV1960). Si tienes la bendición de contar con buenos consejos, no los menosprecies. Un viejo refrán dice que “el que no oye consejos, no llega a viejo”. Cierto. Puede incluso que lleguemos a la vejez pero repitiendo una y otra vez los mismos errores  o tomando decisiones desacertadas porque no escuchamos consejos.

La mujer sabia pone en práctica lo que aprende y escucha. De nada vale escuchar y no hacer nada más.

Escucha las palabras de los sabios; aplica tu corazón a mi enseñanza.  
 (Proverbios 22:17)

Ahí lo tienes: escucha y luego aplica. Santiago también nos lo recuerda cuando dice que no solo escuchemos la Palabra de Dios sino que la practiquemos (1:22). Cuando estés en un servicio de tu iglesia, estudio bíblico, conferencia, etc., toma notas. No dependas de la memoria porque la realidad es que las cosas se nos olvidan. Toma notas para que luego puedas repasar lo aprendido y ponerlo en práctica. Dios nos enseña que si no aplicamos lo aprendido, nos estamos engañando a nosotras mismas.

Otros proverbios relacionados: 
“El orgullo lleva a conflictos;  los que siguen el consejo son sabios”. (13:10, NTV)

“El hijo sabio sigue el consejo de su padre; el burlón no hace caso de las reprensiones” (13:1, RVC).

“El que presta oído a las advertencias de vida, convivirá con los sabios”. (Pr 15:31, RVC)

“Consigue todo el consejo y la instrucción que puedas, para que seas sabio por el resto de tu vida.” (19:20, NTV).

“El perfume y el incienso alegran el corazón, y el dulce consejo de un amigo es mejor que la confianza propia.” (27:9, NTV).

Sé que a veces se nos hace difícil escuchar. Estamos apuradas, no nos parece importante.  Pero, ¿sabes? Muchas personas solo necesitan eso, alguien que les escuche. No siempre quieren un consejo sino un oído que les preste atención.

Y si hoy eres tú la que está escuchando un consejo, préstale atención, no lo desprecies. Seamos mujeres sabias que entienden que “la victoria se alcanza con muchos consejeros” (24:6). Y por supuesto, tenemos que empezar por escucharlo a Él.

¿Qué tal si hoy como desafío nos proponemos escuchar, escuchar y escuchar? 

Wendy

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La mujer sabia planifica y organiza

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Si hay algo que me maravilla del libro de Proverbios es su sentido práctico. Escrito hace cientos de años dice cosas que parecieran haberse escuchado en el último tweet de alguien con mucha experiencia y sabiduría en la vida. Y esos consejos prácticos hoy nos llevan al tema de la planificación.

Reconozco que aunque no es un tópico que gusta a todos,  la mayoría de las personas prefiere las cosas bien organizadas y planificadas. ¿Cierto? No sé si has visitado algunos de los parques de Disney pero esta compañía sobresale por su sentido de organización y planificación. ¡Es casi increíble!

Bueno, la realidad es que para lograr esos resultados se necesita también un trabajo previo. Y lo mismo sucede con nuestra vida, nuestras familias y nuestros hogares. Si queremos que todo fluya y que el caos no nos domine, necesitamos entender este principio de Proverbios:

Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza. 
(Proverbios 21:5)

Y quisiera que entendieras que prosperidad es más que millones en el banco, y pobreza es más que una cuenta en rojo.  Ambos términos podemos aplicarlos a la calidad de nuestra vida en todos sus aspectos.

Así que la mujer sabia, que edifica su casa, es una mujer planificada y organizada.

Planifica contando con Dios. Esta es la base de todo buen plan. Ora por tus planes. Pídele a Dios dirección. Busca consejo en su palabra. Y sobre todas las cosas, no olvides que los planes de Dios siempre son mejores que los nuestros.

Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito. 
(Proverbios 16:3)

Planifica tu día. Quizá esto te suene trillado o demasiado absoluto. Tal vez tu personalidad es más flemática y prefieres “dejarte llevar por la corriente” del día. Sin embargo, la mujer virtuosa de Proverbios 31, era madrugadora y planificada.

“Se levanta de madrugada y prepara el desayuno para su familia y planifica las labores de sus criadas.” (v.15)

Aunque tenía ayuda doméstica, ¡no se quedaba en la cama! Tremendo, ¿verdad? Ella se levantaba para organizar el día.

Antes de lanzarte a tu día, planifícalo. Un día planificado es un día que rinde más.

Empieza por programar tu tiempo con Dios. No lo dejes para la noche porque el cansancio nos vence. Aprovecha la energía de la mañana. Esta es la mejor preparación para las 24 horas que tienes por delante.

Ir al mercado con una lista de compras, por ejemplo, evita gastos innecesarios. Un menú semanal ayuda a comprar solo lo que vamos a consumir y nos quita tener que devanarnos la cabeza pensando “¿qué cocinaré hoy?” No lo hago siempre, pero sé que resulta y es de gran ayuda. ¡A mis hijos les encanta cuando pongo en el menú en la puerta del refrigerador porque ya saben qué habrá para cenar!

Antes de asumir un proyecto ya sea como persona o familia, planifica. ¿Tengo el tiempo necesario? ¿Cuento con los recursos? ¿Qué pasos tengo que dar? Fue el propio Señor Jesús quien dijo en una de sus parábolas: “No comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comenzaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay suficiente dinero para terminarlo?” (Lucas 14:28) Una de las causas principales del desastre económico que estamos presenciando es esa precisamente, querer vivir sin calcular el costo. Gastar más de lo posible. No soy experta en finanzas, detesto los números. Pero esto es algo elemental. Seamos sabias con nuestros recursos financieros y de cualquier tipo. {En este artículo, algunos consejos más sobre el tema del dinero.}

Nuestra mujer modelo, la de Proverbios 31, planificaba de muchas maneras. Mira  esto:

“Cuando llega el invierno, no teme por su familia, porque todos tienen ropas abrigadas.” 
(31:21) 

Esto quiere decir que de antemano ella se ocupó de buscar y/o hacer ropa y mantas para cuando llegara el invierno. No podía darse el lujo de esperar a última hora porque tal vez no encontraría lo que necesitaba o sería demasiado costoso.  ¡Y hoy sucede igual! Una idea: ¿Sabes cuál es el mejor momento para comprar abrigos? ¡Cuando se termina el invierno! Exacto. Cada año aprovecha las liquidaciones y compra para tus hijos que los necesitarán al año siguiente y no les servirán los del anterior. Lo mismo con los trajes de baño. Lo he hecho y me he ahorrado muchísimo.   

De manera que, a grandes rasgos, hemos visto que una mujer sabia es una mujer que entiende el valor de planificar y organizar su vida, su hogar, su tiempo. Dios es un Dios de orden y nosotras debemos aprender de él.

¡Así es la vida como Dios la diseñó!

Wendy
Otros pasajes: Proverbios 24:27, 27:23-24 y 30:24-25 

NOTA: Este tema es una serie en sí mismo, por eso hoy quiero recomendarte la serie de mi amiga Edurne de “El viaje de una mujer”. Durante el mes de julio está tratando temas para ser mujeres más organizadas y planificadas con montones de ideas prácticas. ¡Visítala! 









(Este artículo contiene enlaces afiliados con amazon.com)


La mujer sabia descansa

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Aunque creas que no, el descanso es parte de ser sabias. No podemos cuidar nuestros esposos, hijos, hogar y atender las demás responsabilidades si estamos cansadas. 

Así que hoy estoy tomando un descanso y te exhorto a hacer lo mismo. Los artículos de esta semana los escribí antes para pasar un tiempo de vacaciones con mi familia.

Si no has podido leer toda la serie, hoy tienes la oportunidad de ponerte al día. Quizá anotar los versículos, marcarlos en tu Biblia, meditar y orar.

Recuerda, el descanso fue establecido por Dios y es vital para renovarnos, reenfocarnos y mantenernos saludables.

¡Bendiciones en tu fin de semana!

Wendy

Para ver el resto de la serie, ve a la columna de archivo, a la derecha de la página.
Para la página de Facebook, este enlace.

La mujer sabia se viste con honor y para dar honor

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Son muy pocas las mujeres que no se interesan en el tema de la moda. De una manera u otra todas nos involucramos con ese tópico. Pero lamentablemente la cultura postmoderna en la que vivimos nos presenta un concepto de moda y belleza que dista mucho de ser lo que caracteriza a la mujer sabia.

No tengo nada en contra del buen vestir. Me gusta. Y como a toda mujer, me interesa lucir bien. De hecho creo que debemos cuidar de nuestra apariencia siempre. Pero hoy quiero compartir contigo una verdad que no vas a encontrar en ninguna de las revistas dedicadas al tema de la moda, la ropa y la belleza femenina.

La mujer sabia, partiendo de que es una mujer que ama a Dios y tiene una relación personal con él, se viste para darle honor a él y no para hacer voltear los ojos de quienes la vean pasar. Sí, lo leíste bien. Eso fue lo que dije.

Mira cómo se describe a la mujer modelo, la de Proverbios 31: 

Está vestida de… dignidad. (v.25)

La palabra hebrea para dignidad se translitera como hadar  y quiere decir: esplendor, majestad, gloria, honor. Es curioso que la misma palabra se usa en otros pasajes con un significado todavía más elevado: glorificar a Dios.  ¿Te das cuenta? La mujer virtuosa, la mujer sabia, se viste de modo tal que da honor, que glorifica a Dios.

Sin embargo, la sensualidad está permeando cada centímetro del mundo que nos rodea. Basta con mirar cinco minutos cualquier revista mientras estamos en la fila para pagar en el supermercado, o simplemente hojear una circular de tu tienda favorita. Todas gritan a coro: “tienes que lucir ‘se*y’” (donde está el asterisco pon una “x”, lo hago así para no crear problemas con los filtros y evitar otros problemas cibernéticos), pero esa no puede ser  la meta de la mujer sabia. La mujer sabia quiere vivir honrando a Dios.  

No es cuestión de vestirse con un siglo de atraso sino de elegir ropa que me haga lucir bien, con la que me sienta cómoda y bonita pero con honor, con dignidad, con pureza, sin el deseo de hacer arder corazones ni de provocar sentimientos que no den gloria a Dios.

Entiendo perfectamente que “el hábito no hace al monje”. Es decir, que lo que llevamos por fuera no cambia quién somos por dentro, pero sí dice mucho de los valores que tenemos, a quién representamos.  Tú y yo hemos sido llamadas a marcar la diferencia. Somos una contra-cultura.

¿Quieres una ayuda para entender todo esto y saber si estás siendo sabia?  Cada día, cuando nos paremos frente al espejo, seamos honestas y hagámonos estas preguntas: Cuando escojo una ropa, ¿qué tengo en mente? ¿Agradar a Dios, dar honor a su nombre (y al de mi esposo) o llamar la atención de los ojos masculinos? Es así de sencillo.

Y por cierto, es algo que tenemos que enseñar también a nuestras hijas, a las más jóvenes (Tito2:4-5). Recuerdo cuando lo hacían conmigo. No siempre me gustaba, la edad no me dejaba entenderlo muy bien. Pero, ¡cuánta razón había en aquellas palabras!

Mi querida lectora, la sabiduría tiene que caracterizarnos incluso a la hora de pararnos frente al closet o el armario y decidir cómo nos vamos a vestir. Seamos mujeres que se visten con honor para dar honor. 

Otros pasajes para pensar: Proverbios 16:6, Proverbios 19:23, 1 Pedro 3:3-4

Wendy

La mujer sabia es generosa

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Crecí en un hogar donde era común recibir visitas. Muchas veces, cuando se acercaba la hora del almuerzo, mi abuela me decía: “Wendy, asómate al pasillo y dime cuántas personas hay en la sala porque seguro las tendremos para almorzar”. Recibíamos muchas visitas porque teníamos un pastor-evangelista en casa, de ahí que tantas veces hubiera más comensales.

Esto era en una época en la que las familias de mi país vivían con tarjeta de racionamiento, los alimentos escaseaban y las mujeres casi tenían que hacer magia en la cocina. (Lamentablemente, no ha cambiado mucho desde entonces.) Pero para mis abuelos compartir lo que tuvieran con otros era un valor intrínseco.  De hecho, como ya conté en otra ocasión, el lema de mi abuelo era: “Cuando yo doy un plato, el Señor me devuelve un caldero”. Y así lo aprendí yo.

El libro de Proverbios está lleno de exhortaciones a compartir con otros lo que Dios nos da, a bendecir a quienes tienen menos.

Si ayudas al pobre, le prestas al Señor,¡y él te lo pagará!  
Proverbios 19:17

Y si pensamos en nuestra modelo de Proverbios 31: "Tiende la mano al pobre y abre sus brazos al necesitado".

Para los hijos de Dios esto no es una opción, tiene que caracterizarnos. Es triste que el mundo en que vivimos es por lo general egoísta: preocúpate por ti, asegura tu futuro, no des lo que tienes porque te quedará s sin nada, esta economía no está como para regalar, etc.

Una mujer sabia entiende que en la economía de Dios compartir en realidad no es dividir sino multiplicar. Ya hemos hablado de planificar. Así que está claro que no estoy alegando “tirar la casa por la ventana”. Estoy hablando de ser bendición para otros, de extender la mano cuando vemos que hay necesidad, de abrir las puertas de nuestro hogar.

Dicho con pocas palabras: ser generosas y hospitalarias.

Por cierto, no es necesario tener una mansión ni servicio cinco estrellas para recibir visitas, basta un hogar dispuesto a compartir  con otros lo que Dios ha dado. Sí, una casa limpia, una comida caliente hecha con gusto y amor.  

La ropa que ya no les sirve a nuestros hijos, y que muchas veces está casi nueva, siempre hay otros que la pueden aprovechar. Esta es una práctica común entre varias amigas y yo. Así también nos ayudamos.

Somos administradoras de lo que Dios nos da, no dueñas. Por lo tanto la idea es que lo compartamos, lo invirtamos, que lo distribuyamos y lo usemos, no que lo acaparemos. 

He aprendido y corroborado que las personas más felices son aquellas que dan a otros, que se invierten en los demás. Y no se trata solo de recursos financieros, tenemos mucho más para compartir que el dinero.

Una mujer sabia se invierte en otros. Tú y yo somos el modelo que otra mujeres van a seguir. Comparte con ellas lo que Dios te ha enseñado, tus experiencias. Comparto la idea de que muchas de las cosas que vivimos no son solo para nosotras mismas sino para sirvan a otras personas.

Volvemos al pasaje de Tito 2 que he mencionado antes en la serie. Aquellas que ya calificamos dentro del grupo de las adultas, mayores, maduras o como queramos llamarle tenemos la responsabilidad de enseñar a las que vienen detrás. Es un modelo bíblico que Jesús implementó, discipular. Pablo lo hizo con varios. No es nada complicado. El simple hecho de compartir con otras mujeres más jóvenes te ayudará a invertirte en ellas. No tengas temor, comparte tu vida.   

Querida lectora, sigamos la sabiduría de este libro proverbial. Compartir con otros y dar de lo que tenemos es la vida que Dios diseñó. ¿Y sabes? Mi abuelo tenía razón, siempre que damos un plato, el Señor devuelve un caldero. No damos para que Dios nos dé, pero él ama al dador alegre, y lo bendice. 

Otros pasajes para meditar: Proverbios 11:24; 22:9; 28:27.

Bendiciones,

Wendy

La mujer sabia es esforzada y valiente

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Algunas personas nos dejan sin habla cuando les observamos porque están llenas de energía, siempre andan de un lado a otro haciendo algo y cuando no hacen nada, están pensando en qué hacer. Mi mamá es una de esas mujeres, siempre activa, como una hormiguita.

Pero no es solo activa. Es una mujer esforzada. Terminó la universidad estudiando de noche porque trabajaba de día para sostenernos. Ayudó, literalmente, en la construcción de su casa. Me cosía la ropa. Y la lista pudiera continuar, pero ya tienes la idea. Siempre la admiraré por eso, porque aprendió que en la vida para lograr las cosas nos toca esforzarnos.

Y Proverbios no nos enseña nada diferente. La mujer sabia se esfuerza.
  
Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.
Proverbios 14:23 (NVI)

¿Qué es una mujer esforzada? Dicho con pocas palabras, una mujer dispuesta y valiente… o como dice la Real Academia, “de gran corazón y espíritu”. ¡Me gusta esa definición!

No me considero una persona muy valiente, de hecho puedo dar un buen grito ante una cucaracha y saltar alto si veo un ratón. Pero en varias ocasiones he tenido que llenarme de valor y aplastar la cucaracha (todavía no me ha tocado con el ratón, ¡gracias a Dios!), me ha tocado esforzarme.

La realidad es que la vida nos presenta retos mucho más grandes que estos, y tenemos que entender que Dios nos ha llamado a ser mujeres valientes y esforzadas. Por eso creo que me gusta tanto la historia de Josué, porque aunque contaba con todo el apoyo de Dios, él tendría que poner de su parte, ser valiente, esforzarse para ganar la batalla y conquistar la tierra.

Una mujer sabia entiende que tener una familia que honre a Dios no es trabajo fácil. ¡Para nada! Es un esfuerzo diario que requiere valentía porque los desafíos se presentan constantemente de varias maneras, y en muchas ocasiones sin avisar.

Un buen matrimonio lleva esfuerzo, hay que amar a pesar de diferencias, problemas, enfermedades. Hay que ser llenarse de valor para seguir adelante cuando en realidad quisiéramos darnos por vencidas.

Criar hijos es sin lugar a dudas una tarea para valientes que saben que el resultado de su esfuerzo puede demorar años en dar fruto.

Alcanzar un título profesional requiere noches de estudio en vela, recursos financieros, quedarse haciendo proyectos cuando los demás quizá están disfrutando una película o paseando.

Y servir a Dios requiere una dosis sobrenatural de valentía y esfuerzo cuya recompensa verdadera ni siquiera  está de este lado del cielo.

Pero todas estas cosas valen la pena, ¿cierto?

Entonces, mi amiga lectora, tenemos que despojarnos del letargo, la pereza, que no es otra cosa que un arma más de nuestro enemigo para distraernos de todas las metas y tareas preciosas que Dios nos ha puesto. Sí, tienes que invertir tu mayor esfuerzo en orar y buscar el rostro de Dios, pero luego tendrás que ajustarte bien la falda y caminar con valentía, dispuesta a esforzarte cada día para alcanzar todo aquello que Dios tiene para ti. 

¿Fácil? Claro que no. Pero Dios no nos ha dado un espíritu de temor, ni de cobardía, sino de poder en Cristo y mediante su Espíritu Santo. Así que en realidad sí tenemos las herramientas para ser valientes y esforzadas. Solo es cuestión de apoderarnos de esa verdad y estar dispuestas a caminar en ella cada día.

Seamos sabias, como nuestra modelo de Proverbios 31 que “no sufre las consecuencias de la pereza” y valientes como Ester, porque para este tiempo hemos nacido, a pesar incluso de los ratones y las cucarachas.

Otros pasajes para meditar: Proverbios 6:6-11; 13:14;21:25

Bendiciones en tu fin de semana. 

Wendy

P.D.  Estoy en la conferencia She Speaks de Proverbs 31 Ministries. Te invito a la página de Facebook para que veas algunas fotos.




Otros artículos relacionados: Salta, Cuando las montañas se levantan.



La mujer sabia cuida su corazón

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Hace siete años mi papá tuvo un infarto, combinado con tres paros cardiacos. El hecho de que hoy esté vivo es un puro milagro, tal y como le dijo el paramédico del equipo de emergencia que lo atendió antes de llevarlo al hospital. ¿La causa? Arterias obstruidas, un descuido en su salud.

Nuestro corazón espiritual está expuesto al mismo problema. Si no somos diligentes lo estamos exponiendo a consecuencias que sin dudas serán muy malas, cuando no letales.

Proverbios 4:23 dice: 

“Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida.”

¿Cómo cuidamos nuestro corazón? Creo que debemos comenzar por entender a qué se refiere la Escritura cuando usa la palabra corazón.

El original hebreo usa un término que se translitera como leb y que quiere decir lo siguiente: hombre interior, mente, voluntad, entendimiento, pensamiento, sede de las emociones y pasiones, etc. En otras palabras, guarda la esencia de tu ser. Y aunque tenemos también que cuidar nuestro cuerpo como templo del Espíritu, en este caso la palabra tiene una connotación espiritual y emocional.

Ahora que ya esto lo tenemos claro, ¿qué hacemos? Lo primero es alinear nuestro corazón con el de Dios. Y fíjate que esto no quiere decir que tenemos que ser perfectas. Sin lugar a dudas el rey David no fue un hombre perfecto, pero la palabra dice que tenía un corazón conforme al de Dios. ¿Cómo se explica? Creo que de una sola manera, él buscaba agradar a Dios, hacer su voluntad, alinear su hombre interior, su mente, su voluntad, con su Señor y Creador. Pero para lograr algo así tenemos que conocer a Dios y eso solo es posible teniendo una relación estrecha con él, de tú a tú, cada día. Dios se nos ha revelado en su Palabra. Por ahí tenemos que empezar para cuidar nuestro corazón. No podemos permitir que el mundo obstruya nuestras arterias con su falsa sabiduría y conceptos humanistas, tenemos que llenarnos de la Palabra de Dios. Ese es el primer paso para cuidar el corazón.

El segundo paso es pedirle a Dios examine nuestro corazón. La naturaleza humana es débil y en muchas ocasiones la vista se nos nubla y no vemos  lo que está ensuciando nuestro corazón. 

La gente puede considerarse en lo correcto según su propia opinión, 
pero el Señor examina el corazón. (Pr. 21:2)

Tenemos que venir delante de Dios dispuestas a que nos haga un examen profundo del corazón, y si es necesario, una cirugía. Como ya vimos, corazón también es la sede de las emociones y pasiones.  Dios nos hizo con ambas, el problema está cuando dejamos que sean estas quienes nos dirijan y no al revés. Y cuando dejamos que las emociones negativas comiencen a expandirse. Un pequeño resentimiento se convierte en amargura. Ciertos logros nos llenan de orgullo y nos roban la humildad que Dios tanto anhela para sus hijas. Dios detesta la arrogancia. Lo que otros tienen produce envidia en lugar de alegría. ¡Pero a veces no nos damos cuenta!

Me encantan estas palabras de David: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Salmos 139:23-24, NVI). ¿Queremos un corazón puro, un corazón conforme al de Dios? Tenemos que someternos a este examen a diario.  

La tercera y última cosa, cuida a qué expones tu corazón, es decir tu mente, tus pensamientos. Siempre les digo a mis hijos que nuestra mente es como una bolsa, o un saco, y solo nosotros escogemos qué echar en ella. ¿Qué escuchas en la radio, o ves en la televisión? ¿De qué conversaciones te haces parte? ¿Qué lees o miras en el Internet? Todas estas decisiones, aparentemente simples, determinarán de qué se llena tu corazón. La mujer sabia escoge llenarlo de cosas puras.

Mi querida lectora, prioriza cuidar tu corazón. Lee de nuevo el versículo del principio. Sobre todo lo demás, tenemos que guardar, cuidar nuestro corazón. Recuerda: “La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Seamos sabias.    

Otros pasajes para considerar: Proverbios 17:20; 21:4; 22:11; 23:19.

Te espero el miércoles para dar conclusión a la serie.

Bendiciones en tu semana,

 Wendy

Para ver el resto de la serie, ve a la columna de archivo, a la derecha de la página. Para la página de Facebook, este enlace.



"Mujer sabia"...dos pensamientos para concluir

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Hoy se termina el mes de julio y con él esta serie, “Mujer sabia”. Realmente la he disfrutado mucho y espero que tú también. De hecho estoy pensando que quizá se convierta en un proyecto un poquito más grande, ¡ya te contaré!

Así que para cerrar quiero dejarte dos pensamientos en los cuales quiero que medites. Y me gustaría mucho si dejas tu comentario y me cuentas qué has aprendido, qué fue lo que más te gustó, cuál es tu mayor desafío, etc.

Ser una mujer sabia no es misión imposible. Ahora bien, no es cosa que se logra de un día para otro. Esto es algo en lo que tendremos que trabajar a diario, pero Dios nos ha prometido darnos sabiduría, si se lo pedimos; y también nos ha ordenado que pongamos en práctica lo que aprendamos de su Palabra. De modo que en gran medida depende de nosotros y nuestra disposición.

Tendremos días en que seremos más sabias que otros. Es parte del proceso. No te martirices pensando que fracasaste porque quizá no fuiste sabia al hablar, o no escuchaste, o no fuiste de bendición para tu esposo, o le fallaste a una amiga. Mira mejor al fracaso como una oportunidad de aprendizaje, toma notas en tu mente (e incluso en tu diario si lo tienes) y pídele a Dios que te ayude para vencer la próxima vez. El enemigo tratará de mantenerte en un estado de culpa, haciéndote creer que nunca podrás ser esa mujer sabia que anhelas, ¡no le creas! Él es un mentiroso por excelencia. Tú y yo podemos perder una batalla, pero la guerra Jesús ya la ganó. En esa verdad tenemos que vivir confiadas y levantarnos cada día con el deseo de agradar a Dios, buscar su dirección y esforzarnos para alcanzar la meta que él nos ha puesto. Y parte de esa meta es crecer en sabiduría.

La mujer sabia es feliz. En este tema quisiera extenderme, pero no quiero robarte mucho tiempo. Por tanto te pido algo, hoy o mañana, busca tu Biblia y lee con calma Proverbios 8. No te apresures, saborea cada versículo. Si es posible, léelo en una versión diferente a la que has leído siempre (puedes usar Biblegateway.com o Bibliaparalela.com). En este capítulo de Proverbios encontrarás los beneficios y promesas del que busca y encuentra la sabiduría. Está escrito de ese modo, la Sabiduría expresa sus propias palabras. ¡Es precioso! 

 "Pues todo el que me encuentra, halla la vida
 y recibe el favor del Señor." (Proverbios 8:35)  

Quiero darte las gracias por haberme acompañado en esta jornada, pero esto es solo un punto de partida. En Proverbios tenemos un caudal de sabiduría a nuestra disposición. ¿Qué tal si ahora que empieza agosto te propones leer un capítulo cada día? Son 31 capítulos, lo mismo que los días de ese mes.  

Bendiciones, amiga lectora que deseas vivir la vida como Dios la diseñó… siendo una mujer sabia.

Wendy

 Aquí tienes los enlaces a cada uno de los artículos de la serie por si quieres repasarlos otra vez o compartirlos con alguna amiga. 



Espejos, perfumes...secretos de la {verdadera} belleza

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Luego de una intensa jornada con "Mujer sabia", estoy tomando un descanso en la escritura, así que hoy quiero compartir contigo tres artículos anteriores que tal vez no leíste porque ya tienen más de un año.

Mi deseo es que los disfrutes (pues toda mujer quiere ser bella) y que Dios los use para hablar a tu corazón.

Dime espejo mágico
¿Cuál es tu fragancia?
La belleza cuesta


¡Que tengas un lindo fin de semana! {No olvides descansar y alabar a Dios por sus bondades.}

Wendy 

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Lecciones de una libélula

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Era temprano en la mañana, todo en silencio a mi alrededor excepto el goteo del café que colaba para comenzar el día.  

“Tac, tac, tac”, escuché el ruido como de algo que chocaba contra un cristal. “Tac, tac, tac”, se repitió. Salí de la cocina y fui a revisar la puerta de cristal que sale al patio. Ahí estaba la causa del ruido. Una libélula que volaba contra la puerta, literalmente. Insistía en seguir su trayectoria a pesar de que una y otra vez se daba contra la enorme masa de cristal.

En ese momento, mientras pensaba en por qué la libélula no desistía al ver que no avanzaba, que el camino no llegaba a ninguna parte y porque de seguro debía dolerle estar golpeándose contra la puerta, pensé en mí…y también en ti. ¡Tantas y tantas veces somos como esa libélula!

Dios nos ha mostrado en su Palabra qué actitudes son las mejores, pero insistimos en aquellas que de momento nos hacen sentir bien (o al menos eso creemos)… Orgullo en lugar de humildad, desesperación y no paciencia, ofensas en vez de palabras amables, castigo y no gracia, etc. Escogemos mal, como la libélula… y después nos duelen los golpes.

Está claro que el Señor en su sabiduría ha decidido cerrar una puerta o simplemente nunca la abre… pero seguimos intentando, queremos seguir volando por ese camino para al final descubrir que dicha puerta no lleva a ninguna parte. Y si en nuestra arrogancia la abrimos de golpe, porque tal vez somos más fuertes que la pequeña libélula… lo que está del otro lado no es lo que pensábamos, no nos hace bien, ¡ni siquiera nos gusta! Todo por insistir en un rumbo, o en una relación, o un proyecto que Dios dejó claro que no era el nuestro porque su plan es mucho mejor.

Sí, a veces mostramos cerebro de libélula, ¿verdad?  Sin embargo, tú y yo contamos con un cerebro increíble, superior a cualquier computadora. Además tenemos la Palabra de Dios y al Espíritu Santo para que nos sirvan de Manual de vuelo y Capitán. No obstante, seguimos volando “tac, tac, tac”, contra la puerta de cristal.

Mi querida lectora, ¿estás siendo como la libélula? ¿Insistes en volar por una trayectoria que no lleva a ninguna parte, o no es la que Dios tiene para ti? ¿Estás escogiendo actitudes que solo dejan dolor en lugar de aquellas que producen vida porque son las que vienen de nuestro Creador?  

Vivo en un lugar donde en esta época de verano las libélulas abundan. Y sé que a veces me comporto como ese insecto volador, lo único que se escucha es “tac, tac, tac”. Así que te garantizo algo, cada vez que vea una libélula, voy a recordar la lección porque no quiero equivocar el rumbo, ni tampoco acabar con moretones innecesarios.

No insistas en "volar contra la puerta" porque no llegarás a ninguna parte y saldrás adolorida. Dios te dio en su Palabra un plan de vuelo perfecto y al Espíritu Santo por Capitán. Sigue esa trayectoria y llegarás feliz y segura a tu destino.

    «Si ustedes oyen hoy su voz,
      no endurezcan el corazón

  como sucedió en la rebelión.»
Hebreos 3:15 

Por cierto, cuando ya yo pensaba que la libélula había desistido… “tac, tac, tac”.  ¡No olvidemos la lección!

Bendiciones en tu semana,

Wendy 

 

Porque yo pudiera ser como una de ellas (o como las tres), y quizá tú también.

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Estamos llegando al final del verano, a menos en términos de vacaciones escolares, y como te de dije al principio de la temporada, en estos meses tengo que ser más flexible pues mis hijos están en casa y requieren más tiempo. ¡Gracias por tu comprensión!

Como hice el viernes, hoy voy a compartir contigo otros tres artículos anteriores pero que tal vez no leíste porque llegaste después de su publicación a esta página. En este caso vamos a hablar de algunas cosas que he aprendido con mujeres de la Biblia, y creo que tú también las puedes aplicar. 

Estas tres historias tienen algo en común, son mujeres reales, como tú y yo, con problemas reales, que tuvieron un encuentro con un Dios muy real.  ¡Te invito a leer!




En cuanto a este tema, te recomiendo estos libros:

Mujeres ligeramente malas de la Biblia, de Liz Curtis Higgs.









Mujeres extraordinarias de la Biblia, de Elizabeth George.



Bendiciones,


Wendy

(Este artículo contiene enlaces afiliados con amazon.com) 

¡A descansar!

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¡Voy a tomar unos días de descanso! 

La próxima semana será la última de vacaciones para mis hijos. ¡Y quiero aprovecharla bien! Además, el verano resultó más intenso de lo que pensaba, en cuanto a escribir, porque la serie “Mujer sabia” apareció sin yo esperarlo…así fue, el Señor me tomó de la mano a escribirla, no lo tenía planeado para esta temporada. La disfruté muchísimo y creó que todavía queda mucha tela por donde cortar en el tema…  Realmente necesito un descanso para refrescar “mis neuronas”.  :-)

Espero tu comprensión y sobre todo, que vuelvas a encontrarte conmigo a fines de mes, cuando retomaré el blog.

Entre tanto, siempre pondré algunos comentarios en Facebook, versículos para animarnos unas a otras. Así que si todavía no te has unido a la página, ¡estás invitada!

Te dejo enlaces a algunas series y temas populares que quizá quieras leer (o releer) en este tiempo.

Estudio bíblico sobre el libro de Filipenses 
Serie "Mujer sabia", basada en el libro de Proverbios

Si quisieras descargar el archivo electrónico Reflexiones sobre Filipenses, haz clic aquí.

Muchas gracias por ser parte de este blog, y por dejarme entrar a tu vida con mis publicaciones.

Bendiciones,

Wendy  

Para suscribirte a este blog, por favor usa la casilla que aparece arriba a la derecha. ¡Gracias!



Yo no soy esa mujer

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Yo no soy esa mujer....no soy la mujer que quiero ser...todavía.

No soy todo lo que he soñado pero por la gracia de Dios soy lo que soy. Y camino a diario entendiendo que Dios es mi porción, es decir, justo lo suficiente para cada día. No necesito más ni menos.

No soy la esposa perfecta; no siempre digo lo que debiera decir y a menudo digo lo que no debiera. No siempre recibo a mi esposo con los brazos abiertos cuando llega del trabajo o después... pero sé que Dios está haciendo su obra en mí, poco a poco, para llevarme a esa meta. Mientras, amo a mi esposo, con mis imperfecciones y todo. Y cada día le agradezco a Dios por el privilegio de amanecer a su lado, de sentir sus brazos a mi alrededor.

No soy esa mujer que nunca grita a sus hijos ni que nunca pelea porque los juguetes están fuera de lugar... pero cada día le pido a Dios sabiduría para aprender a sellar mis labios y ser paciente porque yo también tengo mis propios “regueros” en la vida y sin embargo, nadie me grita, mucho menos Dios.

No soy la amiga perfecta. A veces me equivoco, me siento herida demasiado rápido o sin motivos reales...pero busco ser una amiga con la que otros puedan contar.

No soy esa mujer que destila sabiduría en cada decisión, pero me aferro a la promesa de que puedo pedírsela a Dios y él me la dará. Y cuando fallo, empiezo de nuevo, pero ya no en el mismo lugar, sino un paso más adelante porque de eso se trata, un paso a la vez.

No siempre camino segura. En algunos días dudo y titubeo, y me pregunto si alguna vez seré diferente. Pero entonces recuerdo que no tengo que ser, por definición, una mujer segura. Mi seguridad tiene que estar en Dios y lo que él dice de mí.

No soy siempre la mujer que cuando se mira al espejo ve una obra maestra del Creador. Veo defectos, imperfecciones...y también arrugas que empiezan a asomar y me recuerdan que los años han pasado. Pero sé que Dios me ve de manera diferente y aunque por fuera envejezca, él me rejuvenece por dentro porque la vida en realidad es un conteo regresivo para por fin llegar a la eternidad.

No soy la mujer que siempre está alegre. En ocasiones batallo con emociones negativas, y la lucha es fuerte. Pero he decidido que no soy de las que retroceden y por tanto, me agarro de la mano de Jesús y camino hacia delante, enfocando mis pensamientos en la Verdad.

No soy muchas cosas que quisiera ser...todavía. Pero doy gloria al Dios del universo que es paciente y me regala segundas, terceras, infinitas oportunidades para aprender. Me maravillo ante su gracia que no tiene límites y actúa en mí para que un día la obra que él planeó en la eternidad, esté completa.

Yo no lo soy, y tal vez tú tampoco, pero no vivo para llegar a ser la mujer perfecta, vivo para llegar a ser una hija de Dios a quien él, el Creador Perfecto, pueda moldear para reflejar a Cristo y vivir la vida como él la diseñó... para su gloria, no la mía

Wendy  

 

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