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¿Adoración condicional?

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¿Cómo viviríamos nosotros si supiéramos que es nuestra última semana en este hermoso planeta azul al que llamamos Tierra? No importa cuánto avance la ciencia, los médicos pueden dar un pronóstico de vida, pero nada más. Solo Dios sabe la medida de nuestros días. Pero Jesús sí supo que aquella sería su última semana. Una semana que viviría con una mezcla de agonía, propósito, obediencia y amor.


Más de dos mil años después, ahora estamos viviendo esa misma semana en nuestro calendario. Y fue un domingo como el de ayer que el Salvador entró por fin a Jerusalén para cumplir con la misión que lo había traído del cielo perfecto al planeta caído. La voz se corrió por la ciudad y la gente salió a recibir a aquel de quien se decía que hacía milagros tales que hasta resucitaba muertos. Emocionados, esto fue lo que hicieron:

…tomaron ramas de palmera y salieron al camino para recibirlo. Gritaban: «¡Alabado sea Dios! ¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor! ¡Viva el Rey de Israel!».
(Juan 12:13)

Cuando Jesús llegó a Jerusalén los que le recibieron vieron en él la solución a sus problemas; pero no a su problema eterno: la separación de Dios y la esclavitud al pecado. No, ellos veían la solución a un problema temporal: la opresión romana. Pensaron que este “hombre” que levantaba a los muertos de la tumba podría hacer caer con el mismo poder al yugo de Roma y por fin ser libres y disfrutar la bendición que por siglos habían esperado y de la que hablaron los profetas.

Sí, Jesús hubiera podido hacer eso, y más, pero entonces no habría cumplido con el propósito de su misión. Y la salvación no nos hubiera alcanzado a ti y a mí que vivimos muchos siglos después.

Resumido en pocas palabras: aquella gente le brindó adoración. Sin embargo, fue esta misma multitud la que tan solo tres días después gritaba enfurecida: “¡Crucifícalo!” Adoradores condicionales. Esa era su categoría.

¿Y será que a veces nosotros también calificamos para ese grupo? Si Dios nos bendice, si todo va bien, le adoramos. Si la vida no es color de rosa, si los planes se frustran, si las esperanzas se pierden y los sueños se diluyen… ¿adoramos a Dios? ¿Será que llegamos a él con una agenda oculta, incluso tal vez inconscientes de ella? Una agenda que dice: te adoro porque me das… Cuando en realidad la adoración es “te adoro porque eres….”.

Son preguntas difíciles que no nos gusta hacernos porque muchas veces nos hemos unido al coro de aquel día en Jerusalén, solo que en otro lugar diferente. El domingo cantamos, alzamos las manos, damos saltos, lo que sea… pero cuando en la semana la vida pareciera no sonreír… “¡crucifícalo!” No lo decimos, no lo pensamos con esas mismas palabras pero sí albergamos frustración, duda y hasta resentimiento porque Dios no se está ajustando a nuestro plan.

Te hablo con mi corazón abierto, porque me ha pasado. Y no estoy libre de culpa. Sé lo difícil que a veces se nos hace la adoración genuina, sin condiciones, sin pedir, sin esperar nada. La adoración que nace de un corazón que reconoce que aun si nada recibiéramos de parte de Dios, ya lo tenemos todo en Jesús. Una adoración como la que él recibió justo el día antes de estos sucesos que hoy examinamos. La adoración de aquella María que derramó perfume a los pies de su maestro y con sus propios cabellos los secó.

Amiga lectora, durante esta semana especial, y siempre, busquemos dar adoración genuina, sin condiciones. Derramemos el perfume de una alabanza sincera. Si vamos a gritar “¡Hosanna!” que sea de verdad, porque bendecimos a nuestro Rey. A Dios no lo podemos manipular. Él conoce el corazón y sabe qué es lo que realmente nos mueve. Que nuestra oración sea la de David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí”.  

El Rey regresará otra vez, ¡Aleluya!


Wendy 

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Luego de 20 años, bodas de porcelana

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{Hola, si llegaste a esta página hoy a través de "Con diseño divino", ¡bienvenida! Te invito a navegar por el sitio y conocer más sobre la vida que Dios diseñó. Si lo deseas, puedes suscribirte y además recibir el libro digital "Limonada para el alma", mi regalo para ti.}




Mi esposo, Abel, y yo, celebramos hoy 20 años de casados, ¡el tiempo vuela! Según me dijo mi mamá, son bodas de porcelana y me compartió algunos datos. Así que decidí investigar un poco más sobre este material y mira lo que encontré:
“La porcelana es un material cerámico producido de forma artesanal o industrial y tradicionalmente blanco, compacto, duro, translúcido, impermeable, resonante, de baja elasticidad y altamente resistente al ataque químico y al choque térmico…  la porcelana se cuece a una temperatura alta, alrededor de 1200 Celsius. El proceso de cocción se realiza en dos etapas. La primera corresponde a la obtención del bizcocho (850-900 °C) y la segunda corresponde al vidriado (a temperaturas que varían según el producto entre 1175 y 1450 °C)… La porcelana se suele decorar en una tercera cocción (tercer fuego) con pigmentos que se obtienen a partir de óxidos metálicos calcinados.”1
Interesante, ¿verdad? Un material blanco, un color que nos recuerda la pureza. Y es justo a eso que Dios nos llama en el matrimonio, a mantenerlo puro, sin mezclas, fiel…
“Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal” Hebreos 13:4, NVI.
Dice también que es un material compacto y duro. Esa debe ser nuestra meta en esta relación, y es por lo que hemos luchado nosotros durante estos veinte años. ¿Qué es un matrimonio compacto, duro? Un matrimonio donde el “amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia” (1 Corintios 13:7, NTV). Un matrimonio que resiste porque se ha forjado bajo las altas temperaturas de la vida. Igual que la porcelana. En los momentos de calor y cocción no se retracta sino que permanece y se afianza.

Como la porcelana, los matrimonios pasan por distintas etapas y en cada una de ellas algo nuevo se logra, algo se supera. Los primeros años fueron de adaptarnos el uno al otro. Estábamos en la etapa del “bizcocho de porcelana”. Muchas cosas por solidificar, otras que necesitaban derretirse y desaparecer.

Creo que ahora estamos en el vidriado, donde la temperatura varía porque tenemos hijos, en edades diferentes; tenemos responsabilidades profesionales y en el ministerio; una etapa de muchos desafíos. Ya no tenemos 20 años como cuando nos casamos y la madurez nos lleva a hacer las cosas de otra manera y a entender la brevedad de la vida como para malgastarla en pequeñeces.

Aún nos queda mucho por andar, si el Señor lo permite y nos regala muchos años de este lado de la eternidad. Entonces vendrá el decorado, cuando ya los hijos crecen y llegan los nietos; cuando las metas cambian y quizá tengamos que ayudarnos el uno al otro porque nos falle la vista o la visión. Pero entonces ya seremos una obra de porcelana completa, con adornos y todo, en la que Dios poco a poco fue formando la vasija que había diseñado desde el principio.Él es el alfarero por excelencia y si le damos espacio, hará algo lindo con cada una de las relaciones que tenemos en la vida, especialmente con el matrimonio.

No, no tenemos un matrimonio perfecto. A veces nos enojamos, otras veces nos frustramos el uno con el otro. Pero nos amamos, porque así es el amor, no espera perfección. Y si me preguntas si tengo el matrimonio que soñé cuando todavía no me había casado, tengo que decir que no… ¡es mucho mejor que cualquiera de mis sueños! Dios excedió con creces mis expectativas. Estos veinte años son realmente para su gloria, y si a alguien tenemos que condecorar con una medalla es a nuestro Señor Jesús que hasta aquí nos ha traído y que con paciencia nos ha ayudado a moldearnos y nos ha enseñado el amor, como Dios lo diseñó. En verdad un “cordón de tres dobleces no se rompe pronto”. 

No me quedan dudas, si tuviera que empezar de nuevo, lo haría con los ojos cerrados.

{Te invito a leer en Con diseño divino “Si yohubiera estado en la última cena”, un artículo que escribí con la segunda lección sobre la última semana en la vida de Jesús}

Bendiciones, lectora o lector, ¡vivamos como Dios lo diseñó y tendremos la plenitud!


 Wendy 

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Aunque el viernes sea oscuro… el domingo llegará

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Muchas veces la vida parece un viernes oscuro, como aquel de hace más de dos mil años.

Para algunas personas, la oscuridad viene en forma de lágrimas de remordimiento, como pasó con Pedro. El peso de sus palabras le aplastaba y la amargura le nublaba la vista.

Para otros, el viernes llega cuando las consecuencias de las acciones no se hacen esperar, y terminan en manos de la justicia humana, como aquellos dos ladrones.

Aun en otros casos el viernes llega cuando, en lugar de estar celebrando, solo pueden mirar consternados y desesperanzados. Como todas aquellas mujeres que habían acompañado a Jesús durante su ministerio y ahora no podían celebrar la pascua porque el verdadero Cordero colgaba de un madero y sus vidas, aparentemente, habían perdido todo el rumbo.

Y para la gran mayoría, el viernes es sinónimo de final. Esperanzas enterradas, sueños sepultados, relaciones acabadas, fin de la vida.

¿Estás viviendo un “viernes”? ¿Estás quizá, como Pedro, llorando por remordimiento, aplastada por el peso de esas palabras que nunca debiste decir y ahora no puedes recuperar? ¿Será que estás viviendo las consecuencias de decisiones equivocadas y aunque te arrepientes las tienes que enfrentar, como los dos hombres colgados junto a Jesús? ¿Estás acaso viviendo un perenne viernes oscuro, sin poder celebrar la vida ni nada de lo que te rodea porque algo sucedió que te ha robado todo el gozo, todo deseo de sonreír y cantar, y agradecer? ¿Crees que toda esperanza y sueño han quedado bien sellados detrás de una piedra que nadie puede remover?


Entonces quiero decirte algo:¡El domingo está a las puertas!

Cuando cada una de estas personas vivió aquel viernes, estaban justamente así, convencidas de que nada cambiaría, que la oscuridad en sus vidas había llegado para quedarse sin posibilidad de ser traspasada por un rayo de esperanza.

Los viernes oscuros de la vida son difíciles. El dolor en ocasiones es tan profundo que ni siquiera queremos hablarlo. Sin embargo, nos aferramos a él con toda nuestra fuerza… porque no creemos que habrá un domingo.

Muchas veces Jesús trató de hacerles entender, trató de que captaran la esperanza para que cuando llegara el viernes, se enfocaran en el domingo. Pero no lo entendieron.  Y lo mismo nos pasa a ti y a mí. A pesar de que ahora conocemos cuál fue el desenlace de aquellos sucesos, a pesar de que sabemos que el viernes no fue eterno… ¡nos cuesta cree en el domingo!

Mi querida lectora, Jesús murió un viernes para darnos un domingo de victoria…y también un lunes, un martes, un miércoles… una vida de victoria. Sí, no siempre podremos evitar los viernes, de hecho él nos lo advirtió: “en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Pero tenemos esperanza, ¡el domingo viene!

Cuando el domingo llegue, lo muerto resucitará. La amargura se convertirá en alegría, las lágrimas en risa, la desesperanza en esperanza, los sueños en realidad. Espera. No pierdas la fe. Tu viernes tiene un fin ya puesto por Dios. Aunque todo parezca oscuro, recuerda que tenemos de nuestro lado a la Luz del mundo, Jesús.

Por eso no me gustan los crucifijos, porque no creo en la muerte, creo en la vida. No creo en la derrota, creo en la victoria.

Aquel viernes el velo del templo se rasgó para que ahora tengamos acceso directo a un domingo de gracia y salvación. No tienes que hacer nada. Todo ya está hecho. Solo cree en el Hijo de Dios, que en un viernes oscuro dio su vida por ti, para que tengas siempre la esperanza de un domingo, la esperanza de una vida eterna.

La oscuridad puede cernirse sobre tu vida, y querer dejarte atrapada en un viernes, pero tú no perteneces ahí, tú tienes la garantía del domingo. ¡Aleluya!

Vive con esperanza, como Dios lo diseñó,

 Wendy 

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¿Y qué hacemos después del domingo de resurrección?

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Lunes. Lunes después del domingo de resurrección. Lunes después de una cumbre espiritual y emocional. 

Otro lunes más. Quizá con una enorme pila de ropa esperando ser lavada, una larga lista de cosas por hacer y sin saber por dónde comenzar. Otro lunes con las mismas preocupaciones del sábado que todavía no se resuelven, solo que tuvieron un domingo de por medio. A lo mejor para ti es otro lunes de soledad, u otro lunes de dolor, o simplemente un lunes cualquiera, sin mucha inspiración ni motivación para seguir adelante.


Pero no se supone que sea “otro lunes más” después de la resurrección. ¿Qué tal si lo analizo desde otro punto de vista? ¿Qué tal si recuerdo las palabras de aquel apóstol, primero perseguidor, y luego perseguido?

“Y si nuestra esperanza en Cristo es sólo para esta vida, somos los más dignos de lástima de todo el mundo…  pero esta resurrección tiene un orden: Cristo fue resucitado como el primero de la cosecha, luego todos los que pertenecen a Cristo serán resucitados cuando él regrese.” (1 Corintios 15:19, 23)

Si reducimos la resurrección a un gran evento que identifica nuestra fe pero no vivimos creyéndola y teniéndola como el destino final, entonces realmente sí, es un lunes cualquiera. Si vivimos mirando a Cristo y su resurrección solo como algo de esta vida, sin recordar que aquí estamos de paso, que somos extranjeros y que todavía no hemos llegado “a casa”, realmente nos hemos perdido el quid del asunto.

La resurrección es victoria. Victoria sobre la muerte. Victoria sobre todo lo que esclaviza. Victoria sobre los imposibles. Victoria sobre los lunes comunes y corrientes.

La resurrección me recuerda que cuando conozco a Cristo puedo experimentar el mismo poder que aquel domingo inigualable lo levantó para siempre de los muertos.

La resurrección me recuerda que tengo otra oportunidad para empezar. Que así como marcó un nuevo comienzo en la historia del mundo puede marcar un nuevo comienzo en mi vida, porque ese poder, el que devoró la muerte, el poder de Dios, puede hacer cualquier cosa.

La resurrección da sentido a mi existencia si de una vez y por todas entiendo que Dios me trajo de muerte a vida y ahora tengo la misión de compartir con otros la noticia, tal y como hicieron las mujeres aquella mañana de la primera gran resurrección.

La resurrección me sirve de faro para no desviarme a izquierda ni derecha. Sí, vendrán tormentas, huracanes, sismos, físicos y emocionales, pero la resurrección me recuerda que son solo de carácter momentáneo. Ese no es el final.

La resurrección es esperanza ante el diagnóstico fatídico y la sentencia de divorcio, y también para la llamada que nunca quisiéramos recibir y para el adiós que no queremos decir. La resurrección es la esperanza de que un día habrá un amanecer diferente, sin más listas de pendientes ni soledad ni montones de ropa sucia. La resurrección es esperanza en una vida mejor, tal y como lo creyeron los héroes de la fe que menciona Hebreos 11.

Sí, es un lunes. Pero no es un lunes cualquiera porque este lunes es un regalo más para vivir la vida abundante que aquel domingo de resurrección hizo posible. Si lo miro como un lunes cualquiera me habré perdido la bendición de vivir en el poder de Dios para dejar que él cumpla su propósito y yo la misión que me haya encomendado… incluso con montones de ropa sucia, listas de pendientes y fragilidades humanas.

Hoy es lunes pero no un lunes cualquiera, hoy es un lunes donde quiero vivir conociendo más a Cristo y experimentando el poder que se manifestó en su resurrección. 

Vive como Dios lo diseñó,

Wendy

Lo que un refrigerador me hizo pensar

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En una ocasión el refrigerador de mi casa sufrió una avería. De pronto ya no salía agua por el dispensador, ni tampoco hielo. Era frustrante apretar el contacto y ver que no pasaba nada…el vaso quedaba vacío, no podía tomar agua fría, y tenía sed. Durante el proceso de arreglarlo tuvimos que regresar a la manera tradicional: llenar una jarra de agua y ponerla a enfriar.

Y mientras todo eso pasaba, este pensamiento vino a mi mente: así mismo actuamos a veces en nuestra relación con Dios, nos paramos frente a él, a esperar que nos llene el vaso, justo cuando queremos. Y si no sucede, nos quedamos frustradas.


Sustituye el vaso por un deseo que no se cumple, un sueño que no se logra, un trabajo que no llega, un esposo que no tienes, el deseo insatisfecho de ser mamá… Y vemos a Dios como una máquina dispensadora: yo echo la moneda, tú me das lo que quiero. Puede parecer exagerado, pero la realidad es que muchas veces nos comportamos así.

Sí, Dios nos ama y tiene reservadas para nosotros bendiciones increíbles, pero la meta final de Dios no es cumplir nuestra lista de deseos. No fue para eso que Jesús murió en la cruz. Fue para darnos salvación y una vida abundante; vida que va mucho más allá de satisfacer deseos que tantas veces son egoístas.

¿Qué es entonces la vida abundante? Como siempre, en la Biblia no podemos leer un versículo fuera de su contexto. Juan 10 es el capítulo donde aparece el pasaje sobre la vida abundante que tanto citamos, y que de hecho es el centro del mensaje que Dios me ha llamado a compartir. Sin embargo, si lees el contexto, este pasaje nos habla de la relación del Buen Pastor con sus ovejas. No tengo todo el espacio necesario para estudiarlo a profundidad, pero pensemos un poco.

El tema era muy familiar para el público que escuchaba a Jesús porque el pastoreo de ovejas era un trabajo común entre las familias judías. Ellos sabían bien cómo se comportaban las ovejas, cómo reconocían al pastor, y sabían también que debían cuidarlas de los ladrones humanos, y de las fieras.

La vida abundante es una vida de relación estrecha con el Buen Pastor al punto de poder reconocer siempre su voz, por encima de todas las demás. Ellas saben que el Pastor las llamará por su nombre. Le siguen y le obedecen porque reconocen que ese Pastor representa su seguridad, su bienestar. Y la vida con él es abundante. Estas ovejas saben que con él “se moverá[n] con entera libertad, y hallará[n] pastos” (Juan 10:9).

En eso consiste la vida abundante, mi querida lectora. En conocer al Buen Pastor que sabe qué es lo mejor para ti y te llevará a un campo de pastos buenos y seguros. Pero tú y yo tenemos que aprender a conocer su voz, a diferenciarla, y a seguirle, sea como sea e independientemente de lo que pensemos.

Las ovejas no discuten con el pastor, no cuestionan si el pasto al que las lleva será bueno o no. Ellas le siguen confiadas porque entienden que no hay otra vida mejor.

¿Somos nosotras ovejitas así? Estamos siguiendo al Pastor fielmente, sin cuestionar. ¿O somos como yo frente a mi refrigerador, con el vaso vacío y un tanto frustrada porque no salió el agua cuando quería?

Si queremos la verdadera vida abundante tenemos que entender esa verdad. Se trata de la relación con Jesús. De una relación que nos llena tanto, de un pasto tan verde y fresco, que todo lo demás palidece. De una vida tan segura que los ladrones de la noche no nos quitan el sueño, pero estamos alertas. Se trata de entender que conocer a Dios no es tachar los deseos de mi lista, no es pararme ante un dispensador para que llene mi vaso. Se trata de dejar que sus deseos se cumplan en mí. De prestar atención a su voz y confiar en que el vaso se llenará cuando él lo disponga.

Ah, en cuanto a mi refrigerador, gracias a Dios mi esposo lo arregló. El agua y el hielo volvieron a funcionar; pero la lección  todavía tengo que ponerla en práctica a diario y recordar que soy una oveja que sigue al Pastor. 

Bendiciones en tu nueva semana,

Wendy 

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"Una mujer sabia", lanzamiento oficial

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“Cualquiera puede construir una casa, pero solo la mujer sabia edifica su hogar.”  “El mundo está lleno de mujeres inteligentes, pero tenemos escasez de mujeres sabias.”

 Y llegar a ser una mujer sabia puede parecernos difícil, pero no es imposible si dejamos que los principios de vida que Dios establece en su Palabra nos enseñen.

Esa es la esencia de este libro que hoy quiero presentarte. Un sueño que Dios sembró en mi corazón hace ya dos años y que hoy ve la luz, ¡para su gloria! 



Son elementos muy prácticos, para el día a día. Vamos a explorar los diferentes rasgos que caracterizan a esa mujer sabia: cómo maneja su hogar, cómo se relaciona con su familia y sus amistades, cómo se viste, cómo organiza sus finanzas, su tiempo, etc. Por supuesto, también incluiremos otros pasajes de la Biblia que se relacionen con el tema y todo entretejido con experiencias de la vida que cualquiera de nosotras pudiera haber experimentado.
El libro fue diseñado para lectura individual o en grupo, con una sección de preguntas que facilitará su estudio.
Desde ya quiero agradecer tu apoyo a este proyecto. Sé que si estás leyendo estas palabras es porque, como yo, también anhelas en tu corazón llegar a ser una mujer sabia y experimentar la vida plena y abundante que Dios diseñó.
Para adquirir el libro, sigue este enlace: Una mujer sabia: Principios para vivir la vida como Dios la diseñó . Y si puedo pedirte algo más, una vez que lo hayas leído, ¿podrías dejar tu opinión en Amazon y así dejarme saber qué te pareció?

Muchas bendiciones en tu semana,


Wendy 

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Cuando quieres ser más que una mujer inteligente

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Cuando escribí el libro “Una mujer sabia” tuve el honor de que el prefacio lo hiciera mi querida amiga Edurne Mencía, quizá la conozcas de “El viaje de una mujer”.  Ella me ha invitado hoy a su página y esto fue lo que compartí allí, el por qué escribí este libro.

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Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos vivimos en una decisión. ¡Piénsalo! Nos levantamos y decidimos qué vamos a hacer primero, si desayunar o vestirnos. Luego, frente al clóset o el armario, ¿qué me voy a poner? (¡esta decisión es mucho más sencilla para los hombres que para las mujeres!). Después decidimos qué camino tomar para llegar al trabajo o la escuela, qué haremos para almorzar, ¿comprar almuerzo o llevar algo de la casa? Y así, casi sin darnos cuenta, nos pasamos el día decidiendo. Claro está, estas decisiones son bastante fáciles y las tomamos prácticamente sin pensar mucho.

En cambio, aquellas cosas que consideramos grandes en la vida, aquellas decisiones mayúsculas como qué estudiar, con quién me voy a casar, dónde vamos a vivir, cuántos hijos tendremos, etc., esas las meditamos mucho más. O al menos así trata de hacerlo la mayoría de las personas.

Sin embargo, ¿qué te parece si te digo que tanto para las decisiones pequeñas como para las grandes necesitamos un componente esencial?...

PARA CONTINUAR LEYENDO, POR FAVOR, SIGUE ESTE ENLACE.


Para comprar el libro, haz clic aquí.

¿Quieres saber má sobre el libro? Aquí está el video promocional.

Y desde ya, muchas gracias por todas las palabras lindas de ánimo y apoyo que he recibido. ¡A Dios sea la gloria!

Bendiciones mil,

Wendy 

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Reflexiones en Alcatraz, o lo que una prisión me hizo pensar

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Hace unos días tuve la oportunidad de visitar la antigua prisión de Alcatraz, un lugar paradójico porque combina un paisaje bello, vistas dignas de las muchas películas que se han filmado en San Francisco y jardines hermosos con  la dureza y soledad de una prisión construida en una isla en medio de las frías aguas de esa bahía.



Me fascinan los lugares antiguos, pensar en la historia, en las personas que primero transitaron las calles, en sus huellas invisibles pero indelebles. Sin embargo, al reflexionar en Alcatraz, la sensación es diferente.


Para llegar hasta allí tienes que tomar un ferry que luego se va a recoger a muchos otros turistas que, como yo, no quieren irse de la ciudad sin antes visitar la célebre prisión. En cierto modo, aunque libre, quedas preso allí, hasta el próximo ferry.

Y eso me puso a pensar en cuántas veces vivimos la vida de la misma manera, aunque tenemos completa libertad gracias a Cristo, nos sentimos presos.

Las prisiones varían. En algunos casos son temores, en otros remordimientos, en otros errores del pasado. Las prisiones pueden ser temporales o perpetuas, tal y como sucedió con muchos de los que pasaron por Alcatraz. Pero de cualquier manera, una prisión.

¿Por qué será que a pesar del precio que Jesús pagó insistimos en quedarnos en un “Alcatraz” espiritual? En más de una ocasión he escuchado esta frase: “Yo sé que Dios me perdona, pero yo no puedo perdonarme”. Incluso sé que alguna vez yo misma la dije.  Pero, ¿sabes?, eso también es una prisión y tienen un nombre, orgullo. Orgullo humano. Orgullo que dice que nuestro perdón está por encima del perdón de Dios… aunque no nos demos cuenta. Prisiones.

Las prisiones son un arma de Satanás para no dejarte disfrutar de la libertad que ahora tienes en Cristo si has abierto tu corazón a su perdón y obra salvadora. Pero tienes que salir de la celda.

Solo una vez hubo un escape “exitoso” de Alcatraz. Y la realidad es que, aunque aquellos tres prófugos lograron salir de la prisión, no se sabe a ciencia cierta si sobrevivieron. La investigación todavía sigue abierta, a pesar de que los hechos datan de 1962. Sin embargo, suponiendo que sí lo lograron, vivir como un prófugo no es vivir en libertad.

Y vivir huyendo del pasado, de los temores, de los remordimientos, es vivir como prófugo. Tú y yo tenemos la oportunidad de disfrutar de libertad completa, incluso si por alguna razón al leer estas palabras estás tras los barrotes fríos y reales de una prisión, en manos de la justicia.

Tengo una amiga que vivió esta experiencia de primera mano, y en sus ojos puedo ver que cuando me habla de la libertad en Cristo, dentro y fuera de la cárcel, ella sabe. Sabe que se puede ser libre dentro y que se puede ser prisionero fuera.  


Mi querida lectora, ¿estás viviendo en “Alcatraz”, estás huyendo de Alcatraz o estás disfrutando la libertad de Cristo? El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Él quiere robarte la libertad, matar tu disfrute y destruir tu vida en una prisión invisible. La Palabra de Dios dice que “Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley” (Gálatas 5:1), y quien dice la ley dice cualquier otra cosa. Y también dice que “si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres” (Juan 8:36). Pero tú tienes que apropiarte de esa libertad. Nadie puede hacerlo por ti.

Alcatraz no es una opción para quienes vivimos en Cristo.
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¿Ya tienes tu copia de "Una mujer sabía? Quiero pedirte un gran favor, cuando termines de leer el libro, por favor deja tu comentario/opinión en amazon.com. ¡Será de gran ayuda! ¡Muchas gracias! 

Y si todavía no la tienes, estás a tiempo. Sigue este enlace para ver los detalles. 

Bendiciones en tu semana,

Wendy 

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Lecciones de un fin de semana estresante

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—¡Qué raro el reflejo del sol! ¡Se ve naranja! —le dije a mi esposo, mirando al suelo pero de espaldas a la puerta de cristal.
—Sí…qué raro, ¿no? —me contestó él casi al salir con los niños para la piscina de la casa club.
Al poco rato regresó alarmado.
—El reflejo naranja es porque hay un enorme incendio, voy a subir al cuarto para ver si puedo verlo mejor.

Me asomé por la ventana y vi entonces la enorme columna de humo negro que se alzaba al cielo con fuerza brutal. Venía de la zona boscosa cerca de nuestra casa. Y sentí un nudo en el estómago.



Ese día yo estaba particularmente cansada porque había pasado gran parte del sábado y toda la noche hasta media mañana del domingo en el hospital con mi abuelita de 96 años. El diagnóstico no lucía nada bien y, aunque sabemos que ya sus años están terminando y que le espera una eternidad de gloria con su Jesús, no nos es fácil la separación.

El libro Una mujer sabia se lanzaba ese lunes y todavía faltaban detalles por terminar para el lanzamiento.

El humo comenzó a cubrir el cielo cada vez más, las sirenas de los bomberos y la policía no paraban y al poco rato ya las avenidas y calles principales de nuestro vecindario estaban cerradas. No se sabía si nos evacuarían o no, pero teníamos que prepararnos.



Te confieso que el estrés comenzó a hacerse sentir en mí. Mil cosas me pasaron por la mente. ¿Y si perdemos todo? ¿Y si mi abuela no llega a mañana? ¿Y si no puedo terminar lo que falta para el lanzamiento que ya está anunciado? Y encima de todo, nuestro viaje de celebración por los 20 años de casados era ese mismo jueves y sabía que si lo cancelaba, perderíamos todo lo que ya estaba pagado.


Los niños estaban visiblemente asustados. Mi hijo de siete años corrió a mis abrazos llorando. El espectáculo que sus ojos contemplaban justificaba su temor. Mi hija, mujer al fin, comenzó a recoger sus cosas más queridas e importantes.

Y yo… yo no sabía por dónde comenzar.  

La noche empezó a caer y las casas más cercanas a las nuestras quedaron a oscuras porque les quitaron la electricidad a manera preventiva. La policía decía algo por el altavoz que yo no lograba entender a la distancia y con las ventanas cerradas para que el humo no entrara.

Por fin decidí recoger los documentos más importantes, algunos álbumes de fotos, y recuerdos. La realidad es que no tenía cabeza para más. Sentía que todo daba vueltas, como un enorme torbellino. ¡El estrés es cosa seria!

Llegó la hora de dormir pero la agitación no nos dejaba. Ya sabíamos que por ahora no había evacuación. Nos arrodillamos junto a mi cama y oramos, clamamos a Dios por protección y misericordia. Clamamos por los bomberos, por los vecinos; rogamos por lluvia y por la paz del Señor en nuestros corazones.

Mi hija me hizo una pregunta que ya había pasado por mi mente: “Mami, ¿y si el Señor quiere que pasemos por esta prueba?” Sus ojos humedecidos buscaban en mí una respuesta sabia. Y ¿sabes, mi querida lectora?, yo no podía decirle “no, Dios no quiere eso”. Porque la realidad es que nadie lo sabe. Las pruebas sí vienen a nuestra vida, y cada una puede lucir diferente. Pero lo que sí le dije a mi hija fue esto: “Nuestras vidas están en manos de Dios, Dani. Él no nos abandona aunque todo se vea tan oscuro como esta noche o como el humo. Tenemos que confiar.”

Después seguí pensando que de ese día tan estresante saqué varias lecciones y con eso quiero terminar hoy.
  1. Los momentos de estrés, de cosas inesperadas, son momentos que prueban si realmente confiamos en Dios o no. Puede que sintamos temor, puede que nos asustemos, pero esos son los momentos para saber de verdad en quién hemos creído.
  2. Es bueno tener todo lo importante de la familia en un lugar, que todos en la casa sepan, para en caso de emergencia estar listos. Y con esto me refiero sobre todo a documentos y cosas importantes.
  3. Cuando atravesemos por situaciones difíciles tendremos la oportunidad inigualable de mostrar a nuestros hijos que la oración es el primer y mejor recurso con que contamos.
  4. La manera en que como madres y esposas reaccionemos tendrá un gran peso en cómo nuestra familia sobrelleva las tempestades.
El incendio continuó, se expandió, y al día siguiente tuvimos que irnos a dormir a casa de mi mamá 
porque el humo y su olor ya se hacían insoportables. Seguimos orando por lluvia.

El martes en la mañana, luego de dejar a mi hijo en la escuela, regresé a la casa para ver la situación y contarle a mi esposo que iba de camino a su trabajo. ¡Todo estaba mojado! ¡Había llovido! Y llovió durante ese día y los siguientes. Dios hizo el milagro. Poco a poco el incendio se fue apagando.

Mi abuela salió del hospital y aunque sus días solo Dios los sabe, está sonriente y contenta en su casa.

Mi esposo y yo dimos nuestro viaje de aniversario, fue en ese viaje donde visitamos Alcatraz, de lo que te conté el lunes.

Y "Una mujer sabia” vio la luz, el día en que estaba programado, para la gloria de Dios.  

Sí, fue un fin de semana muy estresante, si me das a escoger, no quisiera vivirlo de nuevo. Sin embargo, vale la pena recordar las palabras de Santiago: “Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada” (Santiago 1: 2-4).

Muchas bendiciones en tu fin de semana,

Wendy 

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Porque empieza un nuevo mes

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Comienza un nuevo mes. Y ya es el número 5 de este año 2015. ¡Gracias, Dios!

Tiempo atrás, cuando empezaba otro nuevo mes, escribí esta "renovación de votos" y hoy vuelvo a hacerla y la comparto contigo.


Me enfoco en la verdad de Dios porque mis pensamientos muchas veces divagan e intoxican mi alma.

Me enfoco en amar a mi familia, en hacerles sentir amados porque el tiempo que tengo con ellos en esta Tierra está limitado y yo no conozco cuál es el límite.

Me enfoco en hablar palabras de vida y no de muerte porque si no lo hago así mi lengua, ese músculo pequeño que enciende un fuego grande, tratará de hacerlo por cuenta propia y el producto final pudiera no ser bello.

Me enfoco en la bondad de Dios, en su misericordia y gracia para conmigo porque así tendré un corazón agradecido; y la gratitud honra a Dios.

En este nuevo mes me enfoco en ser una mujer sabia porque la sabiduría es el mejor vestido que puedo llevar y nunca envejece ni pasa de moda.

Decido enfocar mi corazón en actitudes puras y dignas que reflejen a Cristo porque de no hacerlo, las viejas actitudes pudieran querer empañarlo.

En este nuevo mes me enfoco en cumplir con el llamado de Dios a mi vida como esposa, madre y sierva, porque de eso se trata, darle gloria a él.

En este mes enfoco mis energías en vivir como Dios lo diseñó porque no hay otra manera mejor ni posible de disfrutar todo lo que el Creador del universo tiene para ti y para mí.

¿Cómo vas a vivir este nuevo mes?

Bendiciones para ti en este mes de mayo, y si cumples años, ¡felicidades!

¡A vivir como Dios lo diseñó!

Wendy 

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Vamos a hacer un chequeo

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Leyendo un artículo publicado en el blog de Trisha, una amiga misionera, me animé a revisar cómo van mis metas con mi palabra y versículo para este año 2015.
“Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido” (Hebreos 10:36).
Perseverar. Esa es mi palabra. ¿Cómo me está yendo?


Bueno, logré terminar el libro y por esa meta me siento muy feliz. La sensación de completar algo la disfruto mucho. Quizá deba decir que soy una persona de “proyectos”. Me gusta tener proyectos y terminarlos. Doy gracias a Dios porque me permitió tener el tiempo para dar este por acabado. Aunque todavía queda algo pendiente… más adelante te contaré.

No ha sido igual con mi meta de hacer ejercicios más a menudo, todavía tengo que perseverar hasta que se convierta en hábito.

Algunas veces todavía siento dudas con respecto a diferentes cosas o personas… tengo que perseverar en creer lo que Dios ya me dijo, y en amar, como también él me dijo. ¡No es fácil este asunto de perseverar!

Sigo leyendo el libro de Salmos, hoy leí el 112, y los versículos que más me hablaron fueron: Salmos 112:1,2, 7 y 8. Persevero en mi meta de saborear este tesoro bíblico porque quiero acercarme mucho más al corazón de Dios, escuchar su voz.

Estoy perseverando también en poner en práctica lo que yo misma escribí en “Una mujer sabia”, sí porque el hecho de que escribamos sobre un tema no quiere decir que ya lo dominemos por completo, seguimos como Pablo marchando hacia la meta, o como dice Lysa TerKeurst, progresando de manera imperfecta.

¿Quieres saber en qué otra cosa estoy perseverando? En dar prioridad a lo verdaderamente importante, comenzando por mi esposo y nuestra relación. Pasar más tiempo juntos, conversar más, soñar más, reír más juntos. He descubierto que por alguna razón a veces como mujeres nos sentimos “culpables” si por un rato o unos días nos “escapamos” con nuestros esposos. ¡No caigas en esa trampa! Tienes que dar prioridad a esa relación, recuerda que por ahí comienza todo. Así que ponlo en tu agenda, busca ayuda para el cuidado de los niños, pero no dejes de dedicar tiempo a tu esposo.

También a mis hijos. Hacer tiempo para jugar, para caminar, para escuchar, para abrazar, para consolar, para las cosas grandes y las pequeñas, tiempo para ser su mamá.

En algún que otro momento he luchado con el desánimo, pero persevero en creer a la Palabra y no a mis sentimientos porque el corazón puede engañarnos con mucha facilidad.

Y persevero en seguir el llamado de Dios a escribir en este blog, escudriñar la Palabra y descubrir junto contigo la vida plena y abundante que tenemos en Jesús, la belleza de vivir como Dios lo diseñó.

Ahora te toca a ti, ¿cómo vas con tus metas? ¿Me contarías? Puedes hacerlo debajo, en la sección de Comentarios.

Bendiciones,


Wendy 

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Mamá y amiga, porque no siempre hablamos de esto

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A veces se necesita vivir más de un par de décadas para entender ciertas cosas. 

Hace un tiempo una de mis amigas se despidió de su mamá, al menos por ahora. Aquel día ella me dijo: “No solo perdí a mi mamá, perdí a mi mejor amiga”. Sé que fue así.

Si ya llevas tiempo leyendo este blog, seguro sabes el valor que doy a los amigos. Y si ya leíste “Una mujer sabia”, pues más todavía.

Sin embargo, ha sido en los últimos años que he venido descubriendo una verdad: mi mejor amigo es mi esposo y mi mejor amiga es mi mamá. Sin dudas ningunas. Y por eso hoy, antes de celebrar aquí en Estados Unidos, y en algunos otros países, el Día de las Madres, quiero invitarte a reflexionar.


Las mamás son las mejores amigas porque nos conocen muy bien, incluso sin vernos reconocen en el tono de nuestra voz si algo no anda bien. Las mamás no tienen expectativas demasiado altas, nos quieren como somos. Las mamás no son perfectas, así que también pueden tener su “días malos” pero igual nos abren la puerta, nos preparan una sopa, hacen lo necesario por ayudarnos. Las mamás, como la mujer de Proverbios 31, están al tanto de su familia y se sacrifican.

Eso y mucho más he visto en mi mamá y quiero seguir sus pasos. La admiro grandemente. Su vida no ha sido color de rosa, pero no por eso se ha dejado amilanar. Los años le han dado sabiduría y ahora busco su opinión, la valoro y la escucho. Todavía me regaña si hace falta, pero también me escucha y me anima. Salimos juntas cuando tenemos oportunidad y nos gusta compartir, conversar, recordar.

Cada vez que tengo una oportunidad la abrazo, le digo que la amo, porque no quiero mirar atrás y sentir que no se lo dije lo suficiente o que no la abracé lo suficiente mientras pude.

Mi propia hija ya está creciendo y la manera en que ahora nos relacionamos es muy diferente a la que teníamos cuando ella era una niña pequeña. Su entrada a la adolescencia nos ha llevado a conversar más, a compartir “secretos” y sueños. Ella me pide que ore por sus motivos y yo también le doy algunos de los míos. ¡Cuánto lo estoy disfrutando!

No me malentiendas, yo seguiré siendo su mamá, quien disciplina, quien limita, quien pone las cosas en su lugar. Sé que queda mucho por recorrer y habrá momentos escabrosos, pero igual sé que una vez que ella sea adulta, como lo soy yo ahora, entonces pasaremos también al plano de las amigas, como ha pasado conmigo y con mi mamá.

No sé cómo es, o cómo fue tu relación con tu mamá. Si algo no anda bien y puede enmendarse, no pierdas tiempo. Si ya no es posible porque ella no está, perdona lo que haya que perdonar, ya sea en ella o en ti, y pídele a Dios que te libere de la carga. Y si tienes hijos, busca sabiduría divina para ser la mamá que ellos necesiten, y luego una amiga con la que puedan contar cuando ya sean grandes.

Sé que esto no es algo que normalmente escuchamos en la celebración de las mamás pero quise compartirlo contigo porque creo que puede bendecir tu vida, y también porque quiero plasmar de alguna manera cuánto valoro la amistad de mi mamá. ¡Te quiero mucho, mami!

Y a ti, mi querida lectora que eres mamá, Dios te ha dado un enorme privilegio, te escogió para la tarea porque sabe que puedes. No tienes que hacerlo sola, él está de tu lado, busca su ayuda y sabiduría. Así que si estás celebrando también, ¡felicidades!

Otros artículos para las mamás:

Hasta el lunes,

Wendy 

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¿Para quién me visto yo?

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Desde niñas nos atrae todo lo relativo a la moda. Son muy pocas las mujeres que no se interesan en este tema. Si queremos ser mujeres sabias, no podemos pasarlo por alto, porque la sabiduría debe caracterizarnos incluso cuando nos paremos frente al espejo o al armario.


Lamentablemente la cultura postmoderna en la que vivimos nos presenta un concepto de moda y belleza que dista mucho de ser lo que caracteriza a la mujer sabia. No tengo nada en contra del buen vestir. Me gusta. Y como a toda mujer, me interesa lucir bien. De hecho creo que debemos cuidar de nuestra apariencia siempre. Sin embargo, hay una verdad que no vas a encontrar en ninguna de las revistas dedicadas al tema de la moda, la ropa y la belleza femenina. Y esa verdad es esta: La mujer sabia, partiendo de que es una mujer que ama a Dios y tiene una relación personal con él, se viste para darle honor a él y no para hacer voltear los ojos de quienes la vean pasar...

Para seguir leyendo, sigue este enlace, hoy tengo el honor de compartir en el blog de Maestras del Bien. 

Bendiciones,

Wendy 

Esta lectura es parte del libro "Una mujer sabia". ¡Puedes adquirir tu copia hoy mismo! Sigue este enlace.       


Una Palabra que tiene poder para hacer muchas cosas

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Conocí a un pastor norteamericano que ya está con el Señor pero fue un gran conocedor de la Palabra y excelente predicador.  En una oportunidad, cuando servía como orador principal de un retiro en el que yo participaba como su intérprete, nos dijo sobre la manera en que él estudiaba la Palabra de Dios que nunca he olvidado. 

Nos contó que cada vez que se sentaba a leerla, él oraba con las palabras del versículo 18 de Salmos 119: “Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas”. ¡Cuánta sencillez y a la vez profundidad! Con nuestros ojos naturales podemos leer la Biblia pero no descubriremos su verdad; sin embargo, cuando Dios abre nuestro ojos, las maravillas de sus enseñanzas comienzan a cobrar vida. No sé si lo has probado, pero la próxima vez que te sientes a leer la Biblia, pídele a Dios que abra tus ojos para que puedas ver lo que él tiene para ti.

Y es evidente que el autor de Salmos 119 tenía sus ojos bien abiertos porque mira lo que escribió en el versículo 25: “Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra”. Este hombre entendió que solo la Palabra de Dios puede revivirnos cuando estamos en los sitios más oscuros y profundos. Esa es una de sus maravillas. 

Imagino que tú, como yo, has pasado por momentos de sentir que estás tirada en el polvo. ¿Cuál es tu reacción? Muchas veces lloramos, otras corremos a contarle a alguien, quizá como a mí te gusta escribirlo, pero la verdad es que ninguna de estas cosas nos puede revivir, solo la Palabra de Dios tiene ese poder.  Y fíjate que aunque este hombre sufría tristeza, él buscaba aliento en la Palabra (“Lloro con tristeza; aliéntame con tu palabra”, v. 28). El arma número uno contra el desánimo, la tristeza y muchas otras cosas que el maligno trata de presentarnos tiene que ser la Palabra de Dios.


Observa lo que dice el versículo 29: “Líbrame de mentirme a mí mismo; dame el privilegio de conocer tus enseñanzas”. ¡Cuántas veces vivimos experiencias que solo son el resultado de mentiras que nos creemos, o incluso concebimos en nuestra propia mente pero que no tienen nada que ver con la verdad de Dios! No sé tú pero yo quiero usar este versículo como oración personal. No quiero tener “mi verdad”, solo quiero la verdad de Dios. 

La Palabra de Dios “deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos”, nos revela la verdad.No quiero vivir engañada ni presa de mis percepciones o conceptos, quiero la verdad de Dios que es la única que nos hace libres… y felices.

Lee conmigo el versículo 35: “Hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro mi felicidad”. Estoy segura de que quien escribió esto ya había probado otros caminos donde no encontró la felicidad que buscaba (lee el versículo 36). Quizá halló alegría momentánea, satisfacción temporal. Pero llegó a entender que al andar en los caminos de Dios experimentamos la verdadera felicidad. ¿Qué clase de felicidad estamos buscando? ¿Efímera, como todas las cosas de este mundo, o eterna, como lo que Dios nos ofrece al vivir conforme a su Palabra? Más de una vez me he sentido atraída por lo efímero, al punto de que me quita la alegría… ¡qué búsqueda tan inútil! 

Mi querida lectora, no caigamos en esa trampa. Tenemos la oportunidad de experimentar una felicidad superior. Busquemos la obediencia a Dios. No siempre será fácil. Es un acto contrario a nuestra naturaleza caída e imperfecta. Pero ¡cuán grande es la recompensa! Lee Deuteronomio 28 y verás la gran diferencia entre obedecer los mandatos de Dios y no hacerlo.

Yo quiero, como el autor de Salmos 119, apartar mis ojos de cosas inútiles y vivir la vida como Dios la diseñó, una vida regida por su Palabra. ¿Tú también? Espero que sí.

Muchas bendiciones en tu fin de semana,

Bendiciones,


Wendy 

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Una anuncio e invitación para ti

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¿Si tuvieras la posibilidad, te gustaría regresar en la máquina del tiempo y cambiar alguna o algunas decisiones? Sé que yo lo haría. Lamentablemente muchas cosas son irreversibles y no se pueden cambiar. 

Sin embargo, sí podemos aprender a hacerlas de una manera mejor y decidir de tal forma que al pasar los años no tengamos que sentir dolor sino satisfacción. Dicho en pocas palabras: necesitamos aprender a tomar decisiones sabias en la vida, en todos los aspectos, desde nuestra palabras hasta la manera en que tratamos a nuestros esposos o cómo usamos los recursos que Dios nos da.

Fue por eso que escribí “Un mujer sabia”, porque entiendo que Dios nos ha dado las pautas y si las seguimos, nuestras decisiones no serán razón para lamentarnos.

Hace ya un mes que salió el libro y quiero darle gracias a Dios porque este fue un sueño que él puso en mi corazón y es una contribución pequeña a la expansión de su verdad en esta generación de mujeres que quieren vivir como él lo diseñó.

Por eso quiero hacerte una invitación, ¿te gustaría estudiar el libro junto conmigo? Sé que algunas seguidoras del blog ya lo están haciendo pero ahora la convocatoria es para que lo hagamos todas juntas, comenzando el lunes 25 de mayo.


¿Qué necesitas para participar?Muy poco. El libro, claro está (puedes adquirir tu copia digital aquí); tu Biblia; una libreta para anotaciones, tus propias oraciones, etc.; y el compromiso de dedicar unos minutos al estudio según corresponda. Además quiero pedirte disposición para compartir tus comentarios en el blog, en Facebook o Twitter. Vamos a usar la etiqueta #unamujersabia.

¿Cómo te inscribes? Si ya recibes el blog, pues no tienes problemas porque te llegarán las publicaciones. Si no, pues suscríbete hoy y listo (en la página principal encontrarás una casilla arriba a la derecha, sigue las instrucciones). Es así de sencillo.  

Y lo mejor es que para participar no tienes que ir a ningún lugar, puedes hacerlo en tu casa o en cualquier otro lugar. ¡También puedes invitar a tus amigas! 

Si te parece una buena idea, y quieres o puedes sumarte, deja tu comentario en este artículo o en alguna de las redes, no olvides usar la etiqueta #unamujersabia.

Por hoy esto es todo, ¡espero tus comentarios! Ah, y muy pronto, Dios mediante, tendremos el libro en rústica (paperback). ¡Te pido oración! 

Muchas gracias, mi querida lectora, por todo tu apoyo. Especialmente a aquellas de ustedes que ya han podido adquirir el libro. Y también a las que han contribuido dejando su opinión en amazon

Bendiciones y que tengas una linda semana,

Wendy 

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La única manera de vivir sin temor

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Hace tiempo quiero escribir de esto, y lo haré hoy.

Cuando era muy jovencita leí un libro, el testimonio de Joni, y por alguna razón que solo pudiera explicarse con las ideas de una mente adolescente, comencé a pensar que si le decía sí a Dios, sin reservas, podía sucederme algo semejante a lo que pasó con Joni. Si no conoces su historia, te animo a leerla.

La realidad es que el tiempo fue pasando y la lucha seguía escondida dentro de mí. Una lucha que pudiera traducirse como temor. Temor a que Dios, de alguna manera, quisiera traer a mi vida “pruebas” tan difíciles y duras que acabarían con todo.


Tomó años, mucho estudio de la Palabra y sobre todo llegar a conocer bien al Dios en quien he creído, para entender algo: la única manera de vivir libres de temor es cuando comprendemos que Dios nos ama, nos ama infinitamente, y es justo ese amor lo que hace que él solo busque el bien para nuestra vida.

Cuando no tenemos claro este concepto, vivimos presa de los temores que te mencioné arriba, o de muchos otros. Pero mira lo que nos dice el apóstol Juan quien, en mi humilde opinión de alguien que no es exégeta ni erudita, fue de los doce el que mejor entendió que Dios es amor: 
“Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor… En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios” (1 Juan 4: 16, 18).
Dos verdades clave aquí: Primero, Dios nos ama con amor perfecto. Segundo, tenemos que poner nuestra confianza en su amor. De modo que lo primero es de parte de Dios. Lo segundo nos corresponde a ti y a mí. Cientos de predicadores te lo pueden decir, lo puedes leer, pero si no lo crees en tu corazón, de nada valdrá.

Sí, ya sé lo que estás pensando… que incluso a gente que ama a Dios profundamente, que tienen una fe increíble, le suceden cosas duras, difíciles….aparentemente malas. ¿Y qué hacemos entonces con Romanos 8:28?
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (NVI, cursivas de la autora)
Creo que por en muchos casos hemos interpretado mal el pasaje. Pablo no está diciendo que todo lo que nos suceda será bueno, lindo, fácil, etc. Lo que el apóstol está diciendo es que Dios usará todo lo que nos suceda para nuestro bien, para lograr su propósito en nuestra vida…su voluntad agradable y perfecta. Sucede que nuestro concepto de algo “bueno” no siempre se corresponde con la idea de Dios y es ahí donde vienen nuestras frustraciones y temores.

Sin embargo, si entendemos y creemos que Dios nos ama con amor perfecto, entonces podemos vivir libres del temor, venga lo que venga, porque nada nos podrá separar de su amor. Y al final, será su amor lo que nos perfecciona, lo que nos hace semejantes a Cristo y lo que nos lleva a cruzar al otro lado de la eternidad.

Mi querida lectora, ¿vives víctima del temor, presa? Permíteme hablarte con toda dulzura y honestidad: necesitas aceptar el amor de Dios y esconderte en él. Deja que te envuelva. Atesora esta Palabra en tu corazón: 
“Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes” (Efesios 5:17, cursivas de la autora).
Dios ama a Joni ahora, con el ministerio internacional que tiene, y la amó igual cuando a los 17 años ocurrió su accidente. Su propósito se ha cumplida de una manera inigualable y esta mujer ha bendecido millones de vidas. No soy quién para decirlo, pero quizá si Joni no fuera cuadripléjica, su vida no hubiera tenido el impacto que hemos visto. No lo sé, pero sí sé que ella confía en el perfecto amor de Dios. Y ha vivido para darle gloria.

¿Y sabes? De eso se trata. No de que Dios cumpla todos nuestros sueños sino de que nosotras vivamos los sueños de Dios.

Vivimos en un mundo caído, donde suceden cosas que nos dejan sin habla, que nos hieren, nos enferman. Pero tenemos la promesa del amor inagotable de Dios. Lee los Salmos y verás cuántas veces se menciona “tu amor inagotable”.

Sé libre hoy, hija de Dios, porque él te ama; y porque te ama, solo buscará tu bien. Confía en su amor.


Bendiciones,

Wendy 

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El lunes comenzamos el estudio en línea de "Una mujer sabia". Todavía estás a tiempo de sumarte. Todos los detalles en este enlace

Un mal momento no nos define

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Hace un tiempo compartí una imagen que decía: La Palabra de Dios siempre es relevante. ¡Y sí que lo es!

¿Conoces esos días en los que te levantas con deseos de martillarte tu propia cabeza porque el día anterior actuaste de nuevo como muchas veces dijiste que no lo harías más? Yo sí. Y justo de esa manera me levanté.


Con mi taza de café y mi Biblia color turquesa me senté a leer en Efesios.  Y llegué a Efesios 3 con esa sensación de querer martillar mi cabeza porque mi esposo y yo tuvimos un desacuerdo tonto, más por mi percepción que por otra cosa.
Aunque soy el menos digno de todo el pueblo de Dios, por su gracia él me concedió el privilegio de contarles a los gentiles acerca de los tesoros inagotables que tienen a disposición por medio de Cristo. (v. 8)
Así me sentía yo, la menos digna de todo el pueblo de Dios... porque ¿sabes algo?, cuando estamos en el ministerio de vez en cuando caemos en la trampa de creer que tenemos que ser dignas, se nos olvida que nunca lo seremos, nunca podremos ganarnos esa etiqueta. Se nos olvida que de vez en cuando fallaremos, que diremos algo que no debimos decir, que no podemos ser perfectas.

Es lo que viene después de esa primera frase del versículo lo que me dio fuerzas para seguir escribiendo, para seguir creyendo al llamado de Dios, a pesar de mí misma: por su gracia.

Todo es por la gracia de Dios. Y punto.

La gracia es aquello que recibimos sin merecer. Dios nos ama por su gracia. Nos levanta por su gracia. Nos usa por su gracia. 

Por la gracia de Dios tenemos acceso a tesoros inagotables. ¡Qué dos palabras para poner juntas!  Tesoros, algo de mucho valor. E inagotables, nunca se acabarán, no son como una cuenta en un banco ni como la juventud a la que muchos consideran divino tesoro. Por la gracia de Dios tenemos acceso a esta fortuna: tesoros inagotables. ¿Qué son? Vida eterna, herencia incorruptible, paz incomprensible, amor perfecto, perdón incondicional. Gracia.

A lo mejor hoy tú te sientes así también. Que no eres digna, que Dios no puede hacer nada bueno contigo. Que no sirves como mamá, o como amiga, o como esposa… ¡mucho menos como sierva del Dios altísimo! ¿Me permites animarte con la misma palabra que me animó a mí?

TODO ES POR LA GRACIA DE DIOS.

No hay nada, absolutamente nada que tú y yo podamos hacer para que esa gracia no nos alcance. Sí, cuando nos equivocamos nos duele, ¡te lo garantizo por experiencia! Pero Cristo no murió en la cruz para que vivamos con actitud de derrota. La cruz es símbolo de victoria y de gracia.

Amiga lectora, todas tenemos “esos días” o “esos momentos”, pero no tienen que definirnos. El mismo Pablo nos lo recuerda: “'Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad'. Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” (2 Corintios 12:9)

Cuando hoy, o mañana, o la semana que viene, quieras martillarte la cabeza, incluso con razón, recuerda, todavía tienes la gracia de Dios. 

No quiero despedirme sin reiterarte la invitación para el estudio de Una mujer sabia, que comenzamos el lunes. Aquí tienes los detalles. Te pido apoyo en oración por esta jornada y por todas las mujeres que se han dispuesto a decirle sí a Dios y buscar de su sabiduría. ¡Gracias! Y si eres un de ellas, ¡bienvenida a bordo! 

Bendiciones en tu fin de semana,

Wendy 

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Una mujer sabia {Semana 1}

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Hola, ¡bienvenida!¡Qué emoción poder compartir contigo el estudio de “Una mujer sabia”! Sé que Dios nos tiene preparadas muchas cosas lindas, y sobre todo, ¡transformación!

¿No sabes de qué trata el libro? En este video te hablo un poquito, no te tomará mucho tiempo verlo y espero te anime a ser parte de este estudio si todavía no te has decidido.

¿Cómo funcionará? Bueno, comencemos por decir que cada semana vamos a tener un versículo para memorizar y este será el de esta semana: Proverbios 9:10



Plan de estudio individual para la semana 1
Esta semana vamos a leer los capítulos del 1 al 3, son cortos así que no te asustes. Y si no tienes el libro todavía, en este enlace puedes descargar gratis el primer capítulo. Para adquirir tu copia, haz clic en este enlace.

Lunes/martes: Lee el capítulo 1, Una mujer sabia, subraya lo que más te impacte y anota en una libreta (o aplicación, o donde prefieras) tus respuesta a las preguntas de la sección Para profundizar. No olvides compartir en las redes también lo que estás aprendiendo, usando la etiqueta #unamujersabia.

Miércoles/jueves: Lee el capítulo 2, Cuida tu corazón. Anota tus respuestas a Para profundizar y únete a la conversación en el blog y en Facebook. IMPORTANTE: Los jueves en la noche, a las 8PM, hora del este en Estados Unidos, tendremos nuestros "Jueves en vivo". Esto será un evento en Facebook. No cuesta nada, solo vamos a encontrarnos allí y conversar... ¡en vivo! 

Viernes/sábado: Lee el capítulo 3, Cuando de hablar se trata. Este viernes, Dios mediante, tendremos un video corto en el blog para resumir la semana. ¡No te lo pierdas! Y no olvides completar la sección Para profundizar porque esto te ayudará a reflexionar y dejar que Dios te hable con respecto a qué cambios necesitas hacer.  

Vamos a conversar
  • Ya que esta es la primera semana, me gustaría conocer un poco el grupo. Cuéntame en la sección Comentariosdel blog quién eres y desde dónde nos acompañas.
  • ¿Cuál ha sido hasta ahora la lección que más ha tocado tu vida? 
Recuerda usar la etiqueta #unamujersabia en las redes y unirte a la conversación, somos un grupo de mujeres unidas con un propósito: ¡alcanzar la sabiduría de Dios! 

Así que, ¡ya comenzamos!

Muchas bendiciones y gracias por ser parte de esta trayectoria,

Wendy 

Acabas de leer "Una mujer sabia {Semana 1}", ¡te invito a dejar tu comentario   


Hablemos de decisiones y corazones {Semana 1, día 2}

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¡Hola! Hoy es miércoles y debes haber leído ya el capítulo uno y quizá el dos. ¿Qué tal si pensamos un poco en lo que hemos visto hasta ahora?


Tal vez no habías considerado antes que la sabiduría es un componente esencial tanto para lo pequeño como para lo grande cuando de decidir se trata. Y es muy probable también que ya hayas llegado a la misma conclusión que yo: en este mundo tenemos muchas mujeres inteligentes, pero hay escasez de mujeres sabias.

Por eso quiero preguntarte, ¿le pides a Dios sabiduría para cada día o solo cuando enfrentas algo que no sabes cómo solucionar?

Buscar sabiduría tiene que convertirse en un hábito. Y ya sabemos que la encontramos de dos maneras: pidiéndosela a Dios y buscando en su Palabra lo que él nos ha dado. De ahí que quiera enfatizar algo que mencionamos en el capítulo 1:
Si leemos la Palabra de Dios sin la ayuda del Espíritu Santo, estaremos simplemente leyendo un libro. Necesitamos de él para poder entender las verdades divinas que allí están. Mira cómo lo dice el propio Jesús: “Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho” (Juan 14:26, cursivas de la autora).
Mi querida lectora, ningún libro tiene el poder para transformarnos como la Biblia, porque es la Palabra de Dios, pero tú y yo necesitamos disponer nuestro corazón a escuchar lo que el Espíritu nos enseñará. Aunque decidamos que queremos ser sabias a la manera de Dios, si no nos sujetamos a él, nada sucederá.

La segunda cosa que quiero resaltar hoy se relaciona con el capítulo 2: ¿Cómo está tu corazón, alineado con Dios? ¿Le sometes a un chequeo diario o estás dejando que la sabiduría del mundo obstruya tus arterias?

Las palabras de Matthew Henry, que citamos en este capítulo al comentar Proverbios 4:26, nos hablan de manera clara y directa: “pon la palabra de Dios en una balanza y lo que has hecho, o estás a punto de hacer, en la otra, y mira si se corresponden; examina si tu camino será bueno ante el Señor y si va a terminar bien”.

Nuestro corazón emocional, espiritual, necesita ser examinado y cuidado, tal y como hacemos con nuestro corazón físico. 

Vamos a conversar
  • Pensando en el versículo de la semana, Proverbios 9:10, ¿por dónde comenzamos para ser mujeres sabias?
  • ¿Qué diferencia existe entre una mujer inteligente y una mujer sabia?
  • Seguro has escuchado la frase “sigue tu corazón”. ¿Qué crees ahora que leíste este capítulo? ¿Será bueno que “sigamos” a nuestro corazón?

Únete a la conversación en la sección de Comentarios, o en la página de Facebook. Recuerda usar la etiqueta #unamujersabia

¡Seguimos avanzando!

Bendiciones,

Wendy 

Para adquirir tu copia del libro, haz clic aquí.

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Hablemos de sazonar (UMS, semana 1, video)

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Anoche tuvimos nuestro primer Jueves en vivo en Facebook y fue una verdadera bendición compartir con muchas de ustedes. ¡Gracias a Dios por la tecnología! Pudimos conectarnos mujeres de varios países y continentes. Y si anoche no pudiste estar, ¡te esperamos la próxima semana!

Hoy quiero compartir contigo el primer video del estudio, basado en el capítulo tres del libro (Cuando de hablar se trata). El video es corto y no te tomará mucho tiempo. Como siempre, te animo a comentar y así interactuamos más. En la redes sociales, recuerda usar la etiqueta #unamujersabia. ¡Gracias!  


Algunas preguntas a considerar hoy:
  •  ¿Qué caracteriza más tus palabras? ¿Son cordiales y agradables?
  • ¿Te cuesta animar a los demás? ¿Por qué?
  •  ¿Qué hace una mujer sabia antes de hablar? (Encuentra la respuesta en Proverbios 15:28)


Bendiciones en tu fin de semana,

Wendy 

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